lunes, 27 de marzo de 2017

Fragmento de "Orden y desorden en la tradición oral" de Lévi-Strauss y un par de reflexiones en relación con la tonada y la trova montañesas

"Tal como fueron recogidos en épocas y en condiciones muy diversas, los corpus mitológicos de los pueblos sin escritura se presentan bajo dos aspectos contrastados: unas veces revoltijos de trozos dispares que conservan cada uno su individualidad, otras veces conjuntos de relatos que se encadenan, pero en los que a menudo volvemos a encontrar los mitos o elementos de mitos que un pueblo vecino cuenta como historias separadas. Ahora bien, ¿constituyen estos dos tipos géneros distintos de la literatura oral, o debemos ver en ellos las etapas de una evolución? Y en este último caso, ¿debemos considerar la epopeya como anterior a las formas fragmentarias en las que poco a poco se habría descompuesto; o, por un movimiento inverso, ciertos poetas filósofos habrían fusionado materiales heterogéneos en un principio para darles la forma de una obra bien terminada?"

Las clases impartidas por Claude Lévi-Strauss en la Escuela práctica de altos estudios de París y en el Colegio de Francia fuero recogidas en el libro titulado Palabra dada (Espasa Calpe, 1984). El fragmento que he copiado corresponde a "Orden y desorden en la tradición oral" del curso 1975-76, p.143.

Sobre este tema ya hemos tratado aquí en otras ocasiones.

Las letras de las tonadas, por ejemplo, son como fogonazos en ocasiones inconexos. ¿Porque se ha perdido la unidad o porque las tonadas son así, inconexas, en cuyo caso cuando encontramos una tonada con hilo argumental reconocible es porque éste se ha construido (que no reconstruido) desde el exterior (que el productor de un disco crea que así se va a vender mejor, por ejemplo)?

Tengo para mí que para las tonadas se ha de abordar la noción de argumento o de hilo argumental o de discurso desde unos presupuestos distintos a los que rigen la tradición escrita. Quizá el argumento sea el amor, por ejemplo, que funciona como un imán de experiencias (expresadas en unidades, en estrofas o pastillitas que, como pasa con el flamenco, son autoconclusivas) no las peripecias de una pareja enamorada. Pongo el ejemplo del amor porque es un tema recurrente, incluso diría que el principal en la tonada montañesa.

Y ya que estamos, si el amor es el eje sobre el que pivota la tonada, la forma de decir me parece eminentemente metafórica, nutriéndose sobre todo de la vegetación y sus ciclos así como de lo que pasa en el cielo: el día y la noche, el amanecer, el sol y la luna, las estrellas, etc.

En el caso de la trova sigo creyendo que se compone las más de las veces desde el colectivo (las melodías servirían también para componerlas, no solo para recordarlas), aunque siempre puede haber alguien que lleve la voz cantante, y una vez se verbaliza (es un género eminentemente oral) la trova se expone, se pone en el escenario del mundo para su uso, lo que supone admitir la inevitabilidad del cambio. Cuanto más exitosa sea una trova más modificaciones recibirá (estoy empleando un tiempo verbal que da a entender que la trova sigue viva, como ocurre). Así, es muy difícil que una trova antigua disponga de una única versión. De hecho fijar una versión canónica ("La trova de Peña Sagra", por ejemplo) me parece un ejercicio espurio primero porque es reducir la trova a una de sus fases, la de creación o, si colectiva, la de puesta en común entre sus distintos autores, haciendo de menos a las posteriores (la recreación), y segundo porque como decía se trata de un ejercicio cuyas coordenadas corresponden a la tradición escrita, que necesita de un estándar para publicar, si bien es cierto que ya existen herramientas para abordar la publicación tradicional de este tipo de géneros, herramientas que desconocemos en Cantabria, no digamos ya la publicación en medios digitales. En Cantabria queda mucho camino por recorrer: se ha publicado poco y desde presupuestos ajenos a la naturaleza de la trova (por ejemplo ignorando las melodías), lo cual conduce, si nos descuidamos, a la devaluación de la trova: no aguanta el tú a tú con un poema pensado para el libro porque la trova no está pensada para el libro, que no todo lo soporta, sino para otra cosa.

El vídeo Melodías del tacto, aquí, con libreto aquí, intentó ir un poco más allá, pero dejó mucho para un después que no acabó de llegar. Otro intento, el vídeo Con tu piedra, aquí.

Lo mismo pasa con las anjanas, los ojáncanos, las moras: nunca lograremos recomponer su figura (si no poliédrica) porque nunca han existido de una única manera. Fijar versiones estándar está bien para lo que está, pero si se hace, de forma contraria a la tradición, se debe advertir.

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