sábado, 6 de febrero de 2016

Borrador

Este texto es un borrador.

Nunca va a dejar de serlo.

Me he estado fijando esta mañana en cómo un quiosco resiste a los embates del viento: no lo que estaba dentro, sino lo de fuera, lo expuesto en un tingladillo armado con cuerdas, plásticos, banquetas. Cada nudo, cada recuerdo de Santander posado sobre un plástico para que no volara, cada pinza, todo en este quiosco vuelto hacia afuera tenía su lógica. El quiosco era un artefacto dispuesto antes contra el viento que para la venta.

Era temprano.

Mientras observaba el quiosco reparé sin querer, espectador involuntario, en cómo se iba tejiendo la red de mendigos en el centro de Santander. Se avisan de dónde se van a poner, se ofrecen algo para taparse, un gorro, no gracias, si no llueve, pero gracias, y qué del viento, toma un rotulador, ese cartón que llevas es mejor para el suelo, toma este para escribir que no tiene brillo, voy un poco más allá, donde aquella esquina con la tienda que pone buena música y se oye, yo aquí, al calor, en esta tienda no cierran la puerta y sale, el calor, cuando venga Francis dile que tire para el otro lado.

Francis, tira para arriba.

Me puse en marcha haciendo repaso mental de las esquinas donde sopla un viento demoledor: en Cuatro Caminos, esquina Calle Alta con Vargas, uno; en la conocida como Plaza del Rey, en la Calle Burgos, otro; en la esquina de Ruiz Zorrilla con La Hermida, foto:



No me salen más.

1 comentario:

Serrón dijo...

En Campoo a estos lugares donde sopla en viento en demasía se les llama "vilotreras".

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