martes, 10 de noviembre de 2015

Lugares comunes y reales

Es un lugar común que nuestros pueblos altos son resultado de la presión poblacional de épocas de expansión relativamente recientes. Así Tresviso se dice que ocupa una antigua braña (espacio ganadero de altura) adscrita a un pueblo cuyos vecinos se vieron obligados a abandonarlo y fundar otro nuevo más arriba porque en el primero no cabían. Que es un pueblo derivado, subalterno, en definitiva, de segunda vuelta. No niego que lo pueda ser, pero me cuesta. Lamiña, por ejemplo. Lamiña es un pueblo que tengo para mí resulta de la fijación al territorio de población de ascendencia indígena, seminómadas en origen, por parte del antiguo Reino de Asturias. Puestos a elegir un emplazamiento estable los vecinos eligieron uno alto, próximo a sus pastos de altura: el fondo de valle se ajustaba a una lógica agrícola que, sin estar ausente (la mies de Lamiña, en la ladera, es amplia y productiva), todavía no les había seducido. El paraje de San Frutosu, por ejemplo, sus barrios en hileras levantadas de una sola vez que aquí hemos defendido en otras ocasiones son un tipo antiguo de longhouse europeo creo que respaldan lo dicho. Otro: Garabandal. Su ubicación (hoy marginal pero en su momento, con otras coordenadas funcionando, no tendría por qué serlo) permite asociarlo a un contexto bélico, a un asentamiento castreño. De hecho hay una leyenda local que asegura que el pueblo lo fundaron piratas (otros dicen moros) que vinieron a las faldas de Peñasagra a refugiarse.

Apuesto a que la mayor parte de nuestros pueblos altos, como Tresviso, Lamiña o Garabandal, no son resultado de movimientos poblacionales recientes asociados a la presión demográfica, sino fruto de decisiones que responden a otra lógica: asentamientos de genealogía prerromana, en su mayor parte.

El otro día estuve en una conferencia, no voy a decir cuál, en la que se hizo mención a la "repoblación foramontana". Podía haber sido peor, el conferenciante podía haber hecho referencia a la "reconquista foramontana".

Hay que tener cuidado con los lugares comunes (pueblos altos, reconquistas inexistentes, foramontanos que no son tales) porque nos hacen pasar por alto detalles que conducen a otros lugares que, por reales, son todavía más apasionantes que los comunes.

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