lunes, 13 de abril de 2015

Oportunidades para poner el reloj en hora

Repito como en un mantra:

No es que esté en contra de tal o cual proyecto concreto, es que sabiendo que el encuentro entre lo público y lo privado va a ser inevitable, si no lo es ya, me parece una pérdida tener buenas oportunidades para fijar las coordenadas de este encuentro en clave positiva, como son el Centro Botín y el Archivo Lafuente, y desperdiciarlas.

Todos van a tener sus oportunidades. Las nuestras son éstas (quizá también se pueda sumar el hospital Valdecilla). Ahora estamos en fase de tanteo. Según cómo sean los primeros pasos que demos así será el resto del camino ("como metas el pie así va a ser el resto" dice mi madre).

Más que las exposiciones que puedan organizar uno y otro, Centro Botín y Archivo Lafuente, el verdadero regalo a la ciudadanía que los gestores de ambos proyectos podrían hacernos es ayudarnos a establecer unas reglas del juego entre lo público y lo privado que buscaran el beneficio del común.

Sin embargo, todo está conduciendo a la desactivación de la ciudadanía. Con ser mala la falta de respeto continúa a que los responsables de ambos proyectos nos están sometiendo, peor es que nos acabemos creyendo que el encuentro entre lo público y lo privado tenga que ser así, como lo estamos sufriendo, que en pocas palabras se podría describir del siguiente modo: viene un señor rico, pone encima de la mesa de quien haga falta mucho dinero y el señor rico hace lo que le da la gana. No debería ser así.

No es de recibo que el responsable de la Fundación Botín, por ejemplo, enseñe las placas de cerámica que van a ir en la fachada del edificio un día antes de empezar a ponerlas en un pretendido ejercicio, como él mismo dice, de "transparencia ciudadana". Y no porque este señor engañe o deje de engañar, sino porque la gente se puede llegar a creer que enseñar las placas cerámicas que vas a poner en ese mamotreto que has plantado en el centro de la ciudad de manera ilegal hasta que se cambió la ley para que fuera legal sea suficiente. Ése es el verdadero riesgo: que nos hagan creer que solo puede ser así y que, en consecuencia, sea así a partir de ahora, siempre.

Tampoco me gusta que aparezca en prensa el responsable del Archivo Lafuente firmando no sabemos qué con el director del Reina Sofía. ¿Dónde estaba el representante de lo público? ¿Quién me representaba a mí en esa reunión? ¿El empresario? ¿Por qué? ¿Por ser cántabro o por qué? ¿Y si no quiero? ¿Quién ha votado a ese señor (ojo que si se presentara a lo mejor tenía mi voto)?

Si no queremos quedarnos atrás, o mejor, si no queremos seguir atrás, deberíamos intentar hacer las cosas bien de una vez. Estos dos proyectos, más Valdecilla, son una buena oportunidad y sobre todo son nuestra oportunidad para dar un primer paso en la dirección correcta. No lo echemos todo a perder.

Señores de la derecha, por favor, dejen de dar puñetazos encima de la mesa, que ya nos estamos cansando.

Señores de la izquierda, por favor, vayan olvidándose ya de las pataletas, que empiezan a dar vergüenza ajena.

Tengamos todos un poco de sentido común.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿El "encuentro" entre lo público y lo privado? Tú mismo lo describes muy bien: propaganda y negocio.
¿"Establecer unas reglas del juego entre lo público y lo privado que buscaran el beneficio del común"? Hombre, si prescisamente el "encuentro" se hace para todo lo contrario: privatizar lo común.
Por otra parte, ya que deduzco que sabes cómo hacer esa milagrosa mezcla estable de agua y aceite, me atrevo a preguntarte qué propones. Por ejemplo, en tu opinión, ¿cómo crees que que debería estar regulada la relación entre el Centro Botín y el Ayuntamiento de Santander? ¿Y entre Lafuente, Reina Sofía e instituciones?
(No es por poner condiciones, pero creo que no sirve responder que las solución está en poner a gente maja al mando de todo ello. Hablo de política, leyes, normas, igualdad de oportunidades...)

Serrón dijo...

Los negocios no son esencialmente malos, siempre que se respete su esencia, que es que ganen las dos partes. En este caso concreto, el empresario y la ciudadanía. ¿Y cómo se logra que salgan ganando las dos partes? Por la parte que toca al empresario está claro cómo. No tanto por la parte de los ciudadanos.

Primero las opiniones de los ciudadanos tienen que valer todas igual de mucho y eso solo se logra con formación. Segundo, una vez todos situados al mismo nivel (lo que no implica que todos opinen lo mismo) toca decidir y para ello tiene que haber mecanismos que permitan primero hacerlo y segundo que lo que se decida se cumpla.

Sé que suena a herejía, pero a mí la semilla de la Fundación Santander Creativa me gusta. Podría ser una buena plaza de encuentro. Podría. Pero seguro que hay otras muchas fórmulas. Cualquier cosa mejor que lo que hay ahora, que no es que no haya nada, es que hay más de lo de siempre.

Ya que el encuentro es inevitable, como parece, hagámoslo bien, es decir, buscando el beneficio común (que eso es hacer las cosas bien y no otra cosa).

Anónimo dijo...

Hay dos afirmaciones que me impiden seguir argumentando:
1) "Los negocios no son esencialmente malos, siempre que se respete su esencia, que es que ganen las dos partes. En este caso concreto, el empresario y la ciudadanía. ¿Y cómo se logra que salgan ganando las dos partes? Por la parte que toca al empresario está claro cómo. No tanto por la parte de los ciudadanos."
Cuando me expliquen cómo van a ganar la parte que no sabes cómo y qué puede ganar, seguimos por este lado, si te parece.
2) Más sencillo todavía. Si estableces como premisa que algo es inevitable, es absurdo buscar alternativas. Ese argumento existe desde la antigüedad. Empezó como "es la voluntad de dios" y su versión moderna es "no puede ser de otra manera" (FMI, BCE y CE dixit).

Serrón dijo...

Pongamos que una cosa existe. Tan claudicante es creer que esta cosa es inevitable como creer que es inevitable que exista la contraria.

Si molesta la palabra inevitable digamos mejor que esa cosa está ahí. Nada más.

Beneficio es el que se podría haber generado de la interacción entre la ciudadanía y un empresario rico que quiere beneficiar a la ciudadanía. Pero en Santander nos hemos desviado bien porque (1) el empresario rico realmente no quería beneficiar a la ciudadanía o bien porque (2) aun queriendo el empresario se ha metido gente por medio que se lo ha impedido, en parte porque la ciudadanía no tiene peso y no lo tiene porque desde siempre a la ciudadanía, en esta ciudad, se la ha querido desactivada (y en ello siguen las autoridades).

Tengo para mí que la clave de todo está en una ciudadanía robusta... que no tenemos. Tendríamos que esforzarnos en formarla (en formarnos) pero sin caer en maniqueísmos (de izquierdas o de derechas), yendo a lo positivo.

Anónimo dijo...

Breve tratado de doblepensar (con permiso de Orwell):
-Lo inevitable es lo que está, lo que está es inevitable.
-La riqueza es debilidad, la pobreza es la fuerza, el beneficio es perjuicio, la recalificación de terrenos es un castigo.
-Lo formativo no es de izquierdas ni de derechas. Distinguir entre lo positivo y lo negativo está por encima de toda dicotomía.

Serrón dijo...

El cambio es inevitable lo que no es inevitable es el signo del cambio. El cambio que ahonda en las jerarquías es siempre negativo.

¿Ejemplos?

Negativo es creer que la poesía, como hace Pureza Canelo, por ejemplo, es algo propio de las élites. Positivo es creer que la poesía es una forma de entender (ergo mejorar) el mundo al alcance de todos.

La formación también tiene signo. Puede ser elitista o puede ser horizontal. Recuerdo un artículo de opinión de un antiguo teniente alcalde de Santander que decía que la universidad solo tiene que estar al alcance de las élites puesto que son éstas las destinadas a dirigir, a mandar. Signo negativo.

Recuerdo también cómo en una reunión de la Oficina de Participación Hidrológica de Cantabria, con quien colaboré una temporada, un paisano defendía que sus vacas llegaran hasta el río, para lo cual había que talar el bosque de ribera, y cómo tras explicarle lo que realmente es un río (un sistema, no solo el cauce) el paisano se dio cuenta de que lo mejor era no talar el bosque de ribera. En sentido inverso, los paisanos tienen mucho que explicar a los técnicos sobre las quemas, que ya hemos tratado aquí en ocasiones anteriores. Signo positivo. Ésta es la educación, la formación a la que yo me refería.

No creo que la riqueza sea debilidad y la pobreza fuerza. La ecuación que planteas me parece rara.

Lo que está es inevitable. Lo primero es que está.

Como ves he respondido de abajo a arriba. Bueno, eso si es que a estas notas rápidas se las puede llamar respuestas. Perdona si he sido inconcreto o me he ido por las ramas. No tengo ni mucho tiempo ni mucho conocimiento sobre estos temas. Lo que sí sé es que cuando estás metido en harina ves muy claramente lo que beneficia a muchos y lo que beneficia a unos pocos a costa de muchos. Verlo está al alcance de todos, no es que yo sea especial en nada. Por eso los que toman las decisiones, que también lo ven y saben que todos lo podemos ver, hacen porque nadie, salvo ellos, lo vea, porque las decisiones que toman entre ellos es para beneficio exclusivo de ellos. Eso es precisamente lo que habría que cambiar.

Archivu del blog