jueves, 22 de enero de 2015

Ratas

Siempre tuve para mí que las cárceles, dentro de lo malo, cumplían una función: ayudar a la reinserción. Si a un tipo que vive en un entorno duro y un día acaba, no sé, matando a alguien, bueno será que se le aparte unos años de su entorno para que él mismo, con ayuda, cambie el chip. Así dicho queda fatal, lo sé. Se me puede sacar toda la punta que se quiera.

Ya que estamos, entiendo la dispersión de los presos por delitos de terrorismo. Si poniendo a todos juntos no consigues nada, malo. Conseguir o no conseguir se mide por el grado de reinserción alcanzado. Y en este contexto, ¿qué se entiende por reinserción? Pues el llegar a darte cuenta de que meter dos tiros en la cabeza a un tío (un policía, un militar, un político, un empresario, el que sea) o poniendo una bomba en un supermercado, por ejemplo, es malo, se consiga con el atentado algo o no (por mucho que se consiga, que no lo sé, nunca compensa porque la degradación humana que provoca es total). La dispersión, en este caso, favorece la reinserción. No puedo entenderla como un castigo. Cierto es que yo ya me la encontré cocinada y encima de la mesa, como quien dice, y que me he tenido que esforzar para entenderla para bien. No puedo hacerlo de otra manera. Llamadme ingenuo.

Lo anterior puede llegar a tener un uso perverso. Meter a un tío cuarenta años o no quitarle los años de cárcel cumplidos en otros países me parece algo intolerable. O que pueda salir alguien pagando una fianza multimillonaria sin que tenga ni siquiera que fingir que reconoce haber cometido un delito, como está ocurriendo con muchos políticos corruptos.

Ahí está esa tensión.

O estaba.

Anoche pongo la tele y de buenas a primeras me entero de que en España se ha implantado la cadena perpetua.

¡¿Cómo?!

Ahora sí que no hay modo de justificar nada. Ahora sabemos que sí, que las cárceles se están empleando en este país como una forma ignominiosa de venganza. La reinserción no existe. La cadena perpetua en este país, le pongan el nombre que le pongan, es una vergüenza, es una atentado a todo, echa todo por tierra. España es un país de ratas. Nos han rebajado a ratas, a todos. Me siento fatal, chicos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Güenas:
Güenu, creia n´el sentiu figurau de esti post. Parici qu´estaba iquivocau.
Enteresanti la tu riflesion enecial, te la comprendu piru en parti nu la compartu, piru es untima largu y compleju. Por disgracia náa nuevu baju´l paliu ispañol. Cantabria pol esi paliu lleva muchas,. Piru que muchas dicadas fluctuandu en su enormi deficit dimucraticu. ¿Que voz tieni´l Pueblu Cántabru enas Tierras Cántabras y sus asuntus ? Poca, y si el discursu no ista ispañolizau, nenguna. Vemos lo del Fracking, mas claru agua, piru entoavia estan ahi, viendu comu la meten dobláa, casi comu´l asuntu San Gloriu.
Yo te asigiru algu: los dilitus gravis nu siran los suyus; nu siran los que se cometan “en la defensa de España”, etc.
Lo dichu, Ispaña, mas ispañola que nunca. Abora con no tantu maquillaje.
Pa mi la pena de virdá y mayor es que Cantabria es caá vez minus cántabra y mas ispañola.
Un saludu

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