miércoles, 7 de enero de 2015

El Reina Sofía y las identidades, Olafur Eliasson y el mecenazgo, diccionario colegial, redes ilegales de tráfico de libros y casa gótica y torre en Silió

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P. ¿Cómo le sientan las críticas de quienes dicen que este es un museo muy poco español?

R. Diría que a veces tenemos una visión demasiado cerrada de la identidad y la cultura. Esta es siempre en relación, no se trata de algo fijo y permanente. Somos lo que creemos que somos y lo que vemos de nosotros en los demás. La colección del Reina, por ejemplo, intenta desgranar una realidad local que, por supuesto, es compleja y responde a las influencias de fuera. Cuando unimos el informalismo español de los cincuenta con sus referencias internacionales del momento (los Kline, Motherwell o Clyfford Still), pero también con películas como La ventana indiscreta o Bienvenido Mr. Marshall o con textos y con viñetas de La Codorniz; o cuando establecemos una diálogo entre todos estos y lo que se estaba haciendo en Latinoamérica intentamos construir una historia transversal, que va más allá de las disciplinas y en la que conviven tiempos y lugares distintos o en la que no se oculta la historia colonial de Europa. Yo diría que todo eso es bastante español.

Borja-Villel entrevistado en El País hace unos días.

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No es la primera incursión de Eliasson en el terreno resbaladizo de la financiación privada, pero tal vez sí la mayor. En octubre, un colectivo de filósofos, críticos y artistas, encabezado por Georges Didi-Huberman y Giorgio Agamben, firmó una violenta columna contra la fundación [Fundación Louis Vuitton de París], fruto de la iniciativa del empresario Bernard Arnault. El colectivo la consideró una iniciativa pensada para “desgravar una parte de las ganancias que no se encuentran ya en algún paraíso fiscal” y “elevar la cotización de los artistas por los que, temporalmente, hayan decidido apostar”. Eliasson, que afirma que la leyó, tiene la respuesta a punto. “Se suele sobreentender que lo público representa una libertad inexistente en el sector privado. La realidad es otra: el sector público asume pocos riesgos y tiene una relación ingenua con el arte contemporáneo. En el sector privado, en cambio, se están produciendo experimentos interesantes porque tienen mayores recursos, pero también porque su confianza en el arte es más radical y están más dispuestos a arriesgarse”, afirma. “Pero estoy de acuerdo en que no se puede utilizar la financiación privada para justificar los recortes en arte y cultura. Yo creo en un sector público fuerte, que siga siendo protagonista. Si no, corremos el peligro de que el arte se vuelva un sector dependiente del mercado y que las ferias y subastas se conviertan en lo fundamental”, admite.

Entrevista a Olafur Eliasson en el Babelia de hace unos días.

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Aquí un diccionario cántabro - andaluz hecho en un instituto de Cantabria. Como curiosidad, bien.

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De bibliotecarios y corruptos, o de las bibliotecas como reductos de la dignidad, aquí.

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Casa de traza gótica, aunque con modificaciones, en el barrio La Lera de Silió. Está a la venta, por cierto. No creo que sea muy frecuente encontrar casas de esta cronología en el mercado.

Foto de jastial:



Fijaos en los respiraderos del cumbre. ¿Qué son? ¿Palomares? No creo. ¿Serán precedentes de troneras, tal y como propuse aquí? De ser así, sería la segunda fase (de tres) de desarrollo: la primera estaría representada por la oquedad abierta en la fachada encima de la cucina a la altura del soberáu (caso de haberlo en fechas tan tempranas, que yo creo que sí) que vimos en una casa gótica de Renedo, aquí; la segunda fase estaría representada por estos respiraderos en el jastial a la altura del cumbre; y la tercera y última la tronera, conocida por todos (en la actualidad o están abandonadas o se han reconvertido en coquetos miradores de casas "rehabilitadas"). Lo que creo podría ser otro de estos respiraderos en una casa llana de Sopeña de Cabuérniga, aquí. En esta casa de Sopeña tampoco hay (o se conserva) tronera.

Foto de fachada:



Que no haya troneras a la vista hace más plausible que nos encontremos en esa fase dos de desarrollo que comentábamos antes. A la derecha, tapada por un árbol, lo que creo es una torre. Asomándose por una ventana trasera se puede ver, oh maravilla, el famoso poste central que teóricamente sostiene el armazón de madera de toda torre que se precie. Este armazón de madera sustentado por un poste central se ha considerado precedente del cuadru de las casas montañesas (estructura autoportante de las casas, de manera que si cae una pared la casa, el alma de la casa, que es de madera, sigue en pie). Yo no creo que sea así, es decir, no creo que el cuadru proceda de la lógica defensiva de las torres, pero es la hipótesis que defiende, por ejemplo, el prof. Aramburu-Zabala, catedrático de la UC. Este poste de Silió, sin embargo, lejos de sustentar una estructura de madera paralela a las paredes, una estructura autoportante, lo que hace es sustentar una estructura que por muy deteriorada que esté, como está, es evidente que apoya en las paredes de la torre, como pude observar aunque no sin esfuerzo, porque está todo que amenaza ruina (en la foto apenas se aprecia). ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede ser que el único poste de torre que hay a la vista "pública" contradiga la hipótesis de que en las torres el armazón de madera y las paredes de piedra son cosas aparte? Se me ocurre que la realidad en este caso no encaja con la teoría (nu entalinga, que dirían en Galizanu) porque o bien la torre de Silió ha sido modificada y mucho en una época indeterminada o bien porque esta torre no siguió la norma por ser, se me ocurre, tardía, o bien porque la hipótesis de una estructura autoportante de las torres es falsa (que no creo). Sea como fuere, hay signos de obra en el interior. Me parece a mí que este poste no llega al año que viene. Sería una pérdida enorme. ¡Al menos que alguien lo documente bien antes que desaparezca! Una vez más, ¿dónde está el COACAN cuando se le necesita? ¿Ocupándose de la "arquitectura de firma"? Cuesta creer lo atrasados que estamos.



En Silió es fácil sumar una dimensión perdida en el resto de Cantabria, o al menos no tan visible: la mítica.


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