miércoles, 26 de noviembre de 2014

El Mercado del Este, su copia, el Ensanche, la iglesia de Santa Lucía y la Plaza Pombo

El Mercado del Este se construyó en 1841. Es neoclásico. Replica en su interior la lógica ortogonal del ensanche santanderino en que se inserta. Esta lógica ortogonal es ilustrada, es decir, previa al mercado. En época ilustrada lo que había era una fuente monumental que el mercado sepultó. Apareció con las obras de reedificación del mercado de hace unos años. Dijeron que la iban a conservar, pero ha desaparecido. Quizá haya que buscarla en alguna finca privada. Era muy golosa, la fuente. También dijeron que iban a conservar la quilla de una barquía que apareció más profunda, pero lo mismo: no sabemos dónde está. Quizá porque lo que no sabemos es dónde ponerla. Carecemos de un museo marítimo a la altura de los de Bilbao o San Sebastián, lamentablemente. La quilla habrá acabado en la chimenea de la casa de la finca donde está la fuente.

Por cierto, sabemos que frente a Cañadío, que todo parece indicar era una ciénaga, como La Cañía, había una Maruca, otra. Como ya apuntamos en otra ocasión, maruca es probable se empleara en su día para identificar pequeñas ensenadas. Hay más en la costa santanderina. Fernando Gomarín tiene un pequeño trabajo publicado sobre toponimia marina muy interesante. Otro día doy su referencia, que hoy no la tengo a mano.

El ensanche, en definitiva, es una joya del urbanismo europeo. Es higienista, primera generación. El mercado, aunque no sea coetáneo, también lo es, una joya digo, porque respeta su contexto. Y no solo lo hace el mercado original. También el falso histórico que se ha levantado en lugar del original hace unos años respeta su herencia y, por ende, su entorno. Ya no es mercado, la copia tiene más de plaza cubierta, pero la lógica sigue incólume, por mucho que nos duela que haya rumores sobre el mal reparto de negocios. Y es que dicen que los bares del interior del mercado se dieron a amigos de Piñeiro. No por casualidad en la reunión que mantuvo hace escasos días su sucesor con los comerciantes que ven amenazados sus negocios por el museo, Íñigo de la Serna soltó o se le escapó que a lo mejor los bares no tendrían por qué marcharse, que quizá podrían quedarse para dar servicio a los visitantes del futuro museo. En fin. A lo que iba: el mercado original y su copia la plaza cubierta respetan su entorno; lo respetan y lo potencian, que es lo mejor.

No sé por qué algunos arquitectos fuerzan el contraste con su entorno, buscan romperlo, epatar, cuando potenciar las lógicas que subyacen en el entorno también es una forma de tomar partido, de posicionarse, de imprimir velocidad a los procesos. El mercado del s. XIX dio de sí al ensanche del siglo anterior, lo enriqueció. Siendo el ensanche una iniciativa positiva, potenciarlo fue una decisión acertada. Venir ahora con una ocurrencia, un museo que aquí no va estar cómodo, es romper la lógica del edificio y del entorno.

El mercado original y su copia no son los únicos que replican en su interior el entorno, el ensanche santanderino. También lo hace la iglesia de Santa Lucía, en Cañadío. Incluso ésta va un paso más allá: la iglesia reproduce en su interior la fisonomía concreta de la Plaza Pombo. Entrad y fijaos. El arquitecto de plaza e iglesia es el mismo. Hizo una semblanza de él Mario Crespo en uno de sus libros de personajes ilustres. La iglesia de Santa Lucía, como todas, es un dispositivo arquitectónico diseñado para la comunicación vertical (Dios está arriba) y la plaza otro para la comunicación horizontal (con nuestros vecinos). Queda preguntarse qué elementos arquitectónicos, siendo dos construcciones tan parecidas, parecidas y del mismo arquitecto, qué elementos arquitectónicos, decía, son los que marcan la diferencia. Aunque quizá aquí la fisonomía no sea determinante. Que la cúpula, que el altar no sean más que anécdotas. Quizá todo dependa de lo que tengamos cargado en la cabeza. Un vecino del Sol me contaba que Matilde Zapata, primera directora de un periódico en Cantabria y única hasta la fecha, asesinada en el 37, su marido en el 36, utilizaba la iglesia del Carmen durante los meses que le tocó vivir de guerra para dar mítines. Qué estupendo atril, el púlpito. Anécdotas. Quizá sea por esto, porque la fisonomía es atrezzo, porque son las corrientes subterráneas, las ideas, las que nos dan de beber, por las que vivimos, que la Plaza Pombo se haya convertido últimamente en escaparate de tiendas pijas, escaparate de políticos, en barra para veraneantes, en botellódromo. Porque las ideas nos las han cambiado. De plaza hemos pasado a escaparate.

Ojalá pronto tengamos la oportunidad de tomar las riendas, los ciudadanos, de revertir el proceso y volver a empezar. De hacer reset. De rematar, por qué no, la construcción del ensanche, que permanece inconcluso, aunque solo sea a nivel ideacional, mejor, sobre todo a nivel ideacional. El Siglo de las Luces no es un mal referente. Aunque con correcciones. ¿Cuáles? Que todo para y con el pueblo. Y que pueblo seamos todos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre con pejiguerías: Matilde Zapata fue fusilada en Ciriego en febrero o marzo de 1938.
Muy buen apunte.
Pablo

Serrón dijo...

Gracias Pablo.

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