martes, 30 de septiembre de 2014

Manzanas enanas cabuérnigas, la invención del amor, epigrafía subalterna en el Dique de Gamazo, progreso santanderino y proyecto de museo de bellas artes de Santander de 1936

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Hace días comenté que mi madre había encontrado en la lera de Sopeña un manzano enano con manzanas poco más grandes que canicas. Me trajo unas pocas. Pongo fotos:







No sé si es una anomalía o si se trata de una variedad de manzano del valle.

[Post Scriptum: se trata de manzanas de monte o maíllas].

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El mal amor de Fernando Fernán-Gómez, de 1987, es una novela que trata de lo mismo que El redescubrimiento de la sensibilidad en el siglo XII, de Carlos García Gual, año 1997, pero de forma más amena. Además, el juglar de la novela, es decir, el intérprete de la obra del trovador, es de las Asturias de Santillana.

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Han reabierto el Dique de Gamazo, en Santander. Tras la Caseta de Bombas he encontrado la siguiente inscripción:



No deja de tener interés este tema de la epigrafía subalterna.

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Progreso. Ni los cimientos.

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Foto de anteproyecto de Museo de Bellas Artes para Santander de finales de 1936. Está firmado por Deogracias Mariano Lastra, en época republicana solo Mariano Lastra, sin el Deogracias. Es el mismo arquitecto que levantó el edificio del Ateneo Popular, hoy sede del Ateneo de Santander y del Centro de Estudios Montañeses. Tiene otro en la plaza de Numancia o del Reenganche. Es difícil encontrar un racionalismo tan depurado como el de este pabellón.

Estaba buscando otra cosa, con prisa además, y no tomé nota de la fecha de publicación. Se trata de un periódico local, probablemente El Cantábrico, de octubre o noviembre de 1936.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Animales d´iviernu, Walden (1854), Thoreau

He supíu qu´en pocos días espienza´l cursu de cántabru y qu´esti añu se entarajila nas estalacionis de la Biblioteca Municipal de Sanander (C/ Gravina). La mí noragüena a toos, a unos pol logru y a otros por ber tomáu la decisión de jirmar pola movición.

Pongo a continuación un fragmentu de Walden que tinía traducíu há tiempu. Está traducíu d´aquella manera (a la mía, ya sabíis). Genial si dende´l cursu jacin una traduición alternativa. Yo la pondría en el blog encantáu.

"Atentu a los suníos de las nochis d´iviernu y, a minudu, de los días d´iviernu, sintía las notas amurriáas, peru seglis, d´un búu que sullaba puriallá, el suníu que surdiría de la tierra si ésta juera atecláa con manos aposáas, la lengua seyenca de Walden, que allegaría a seme familiar, aunque nunca juí pa veer al búu. Raru abrí-la puerta na tarduca y nu sintilu: Hoo hoo hoo, hoorer, hoo sintíase a móu, las tres primeras sílabas al simen de how der do o, dellas veces, sólu hoo hoo. Una nochi, a escomienzos del iviernu, endenantis de que´l lláu s´ajelara, alreor de las nuevi, asustóme el sonoru grazníu d´un gansu y, al asomame a la puerta, sintí´l rutar las sus alas cumu´n sindiu en el monti por cima la mí casa. Los gansos trespusían el lláu cara Fair Haven. El comodoru graznó a móu. De súpitu, un búu asejáu junta la casa, cona voz más juerti y alta que yo jaya síu pa sintir a dengún güéspede´l monti, arrespondióli a intervalos regulares, dispuestu a desponer y dirgustar a esi intrusu de la badía de Hudson cona desibición d´una vó d´amplitú y duráa nativos, y col su hoo – hoo jezo que los gansos trespusieran más allá de Concord. ¿A qué andas alarmando a estas horas de la nochi la ciudadela qu´está al mí cuidu? ¿Cudas que daque vez alguien jué pa sorprendeme espicando´l sueñu y que no teno plumones y gargüelu cumu tú? ¡Hoo – hoo, hoo – hoo! Juéi unu de los mayores ajurnios que yo jaya sitíu enjamás. Encontóo, si tuviéramos güen uíu, alvertiríamos los acentos de una hermandá qu´estas escampáas tuvía no han síu pa veer ni sintir."

viernes, 26 de septiembre de 2014

No coge nadie el teléfono

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Hace miles de años se fueron Hugo y Gisela a Chile. Les siguieron muchos, muchos que a su vez seguían a otros muchos, a Hugo y Gisela y a muchos más que se han tenido que ir desde hace años. Y los que están en puertas, lamentablemente. El martes se marcha Sheila a Barcelona.

¿Quiénes vamos a quedar?

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domingo, 21 de septiembre de 2014

Vacas pasiegas

Recuerdo que hace aprox. ocho años en la Consejería de Medio Ambiente la vaca pasiega se daba por extinta. Fue la productora Burbuja Films quien dio la voz de alarma: grabando un vídeo encargado por dicha Consejería habían conocido a una paisana que tenía vacas pequeñas y rojas que la propietaria aseguraba eran pasiegas, como así se demostró. Trajeron a la Consejería unas imágenes impresionantes. Enseguida se volcaron en la red. Están aquí. Es el tráiler de Cultura del territorio en los montes de Pas, documental que espero siga disponible en internet.

Abro paréntesis:

Nunca olvidaré el día de la presentación de este documental en Tantín. Los paisanos pasiegos se sentaron en las butacas que están en cuesta, en las del fondo, dejando a los políticos abajo, en las butacas del llano, junto a los santanderinos. La política aquellos años prometía. Luego se fue todo al garete; no tuvimos que esperar a que llegara el PP.

Cierro paréntesis.

Recientemente se ha publicado un artículo muy interesante sobre el potencial de esta vaca aquí, en Enfocant, con cierta repercusión en las redes sociales. Es cierto que destinar esta leche a consumo de boca es un desperdicio.

Los Montes de Pas eran antes del 1500 los pastos de altura de los ganaderos de Espinosa de los Monteros. Los vaqueros burgaleses subían en primavera y bajaban en otoño. Era como Sejos. Las brañas eran aquí brenas. También había seles, sesteaderos, etc., como así atestigua la toponimia. Los Montes de Pas eran un espacio inserto en la lógica extensiva propia de toda la Cordillera Cantábrica. Este modelo tenía como epicentro a la aldea al menos desde el año mil. En torno a la aldea, como capas de cebolla, se sucedían distintos espacios funcionales: el terrazgo o mies, las praderías, las brañas o brenas, etc. Los Montes de Pas serían el espacio más alejado del centro, de la aldea, la capa de más afuera de la cebolla. Pero en el año 1500 los pastores deciden no volver en otoño, deciden no regresar a Espinosa de los Monteros. ¿Por qué? Muchas veces me lo he planteado, pero no logro encontrar una respuesta fehaciente. Lo que hacen es bajar en dirección contraria, buscando los fondos de valle de las laderas orientadas a norte, hacia el Cantábrico, para pasar el invierno. El territorio se coloniza de arriba hacia abajo. No construyen aldeas. Los cascos, tres (La Vega, San Roque y San Pedro), surgen más tarde en torno a mercados. Los que empiezan a ser entonces pasiegos, gentilicio con ese /-iego/ de pertenencia tan reconocible asociado al Pas, acotan fincas individuales (las mieses, las praderías y otras piezas del modelo territorial extensivo son de aprovechamiento individual pero gestión colectiva) ubicadas a distintas latitudes para asegurarse hierba todo el año. Con esta decisión los pasiegos abandonan la lógica extensiva, milenaria, para abrazar una lógica intensiva sin precedentes en Europa: no pierden de vista a sus vacas, las acompañan en todo momento con sus enseres a cuestas (la muda), las acompañan de finca en finca durante todo el año, arriba en verano y abajo en invierno (trastermitancia o trashumancia de corto recorrido). Esto no es una decisión "tradicional", lo que quiera que signifique "tradicional". Es una decisión plenamente "moderna", lo que quiera que signifique "moderna". Se ha llegado a decir que es una lógica protocapitalista. La soledad de los pasiegos preconfigura el individualismo exacerbado propio del capitalismo.

Nada de raza milenaria que conserva las esencias cántabras, entonces.

Los pasiegos no dejan de innovar. Seleccionan una raza de vaca, la pasiega (perspectiva etic), que está destinada a producir no leche, sino grasa. Esta grasa les permite obtener productos lácteos que pesan poco y tienen un alto precio en el mercado. Estos productos lácteos los colocan en los mercados castellanos que comienzan a reverdecer en torno al año 1500. Es el origen de las renoveras pasiegas con el cuévanu repleto de quesos a cuestas. Pero llegó la industria láctea a finales del XIX y la vaca pasiega comenzó a languidecer. A día de hoy solo existe una cabaña de vaca pasiega, conocida. Su potencial es enorme: quesos pasiegos con leche de vaca pasiega (con grasa de vaca pasiega), manteca, etc. Es una gran oportunidad. Quizá a los quesos pasiegos actuales no les haga falta la leche de vaca pasiega para triunfar, de hecho el divirín está buenísimo, pero está claro que en cuanto alguien introduzca la leche de vaca pasiega en su producto, se lleva de calle a todo el mercado.

Los pasiegos están acostumbrados a innovar, como hemos visto. Ahora que sabemos que hay vacas pasiegas esperemos que no se hayan extinguido los pasiegos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Bombardeo nazi de Santander, Luis Quintanilla, Gernika, Luis Araquistáin, Consuelo Berges, Galdós y la Biblioteca Central de Cantabria

Santander sufrió un bombardeo nazi el 27 de diciembre de 1936. Fueron 18 aviones. El bombardeo se centró en el Barrio Obrero (que está por donde La Salle) y los barrios de pescadores del entorno del antiguo secadero de Tabacalera, actual Biblioteca Central de Cantabria (que durante muchos años fue cárcel política y que es donde estuvo, entre otros, el Dr. Madrazo acusado de brindar con un cáliz durante una comida en Vega de Pas). Las sirenas sonaron a las 13:05 h. Entraron por San Pedro del Mar. Venían de Castilla, no se sabe si de Burgos o León, pasando por Suances. Murieron 65 personas durante el bombardeo y otras 12 en la Casa de Salud Valdecilla, casi todos ellos mujeres y niños. 77 personas que se sepa. La población civil no tardó veinte minutos en asaltar el barco prisión atracado en El Cuadro, actual Barrio Pesquero. Murieron en aquel ataque descontrolado casi doscientos presos, entre ellos el jefe de servicio de estomatología de Valdecilla y un compañero suyo, asesinatos que en el 37 le fueron imputados al gerente del hospital. Por suerte éste pudo huir a Francia (otros compañeros hicieron lo mismo, como los Dres. Téllez Plasencia o González-Aguilar) poco antes de que cayera la ciudad. El médico del barco prisión, sin embargo, fue asesinado tras la toma de la ciudad en el verano de 1937.

De este bombardeo, detonante de la matanza del barco prisión, no se había publicado nada hasta el año 1979.

El bombardeo de Bilbao vino después, y también provocó el asalto de la población civil a la cárcel. El siguiente sería el de Gernika.

Se lo comenté ayer a mi padre y me dijo que bombardearon el barrio obrero y el pesquero porque la aviación nazi se equivocó. Las casas del barrio obrero parecían barracones y el secadero de tabaco también parecía un barracón. Imagino que tal versión no se le haya ocurrido a mi padre, sino que le fuera programada por la propaganda franquista, o tal vez los programados fueran mis abuelos, que le transmitieron el mensaje a mi padre siendo él pequeño, de ahí que la interiorizara sin criba. Tiene el mensaje alojado en el subconsciente.

En Gernika tampoco se equivocaron.

Asusta lo que la propaganda puede llegar a hacer. Asusta imaginar lo que probablemente nos esté haciendo.

Se publicaron fotos del bombardeo en la prensa republicana. Recuerdo una en la que aparece la carcasa de un edificio arrasado por dentro. Fotos parecidas publicó la propaganda franquista de Gernika. Estas fotos de Gernika las utilizaron para "demostrar" que las casas las habían incendiado desde dentro, que habían sido "los rojos", que una bomba no deja nada en pie, que Gernika no había sido víctima de un bombardeo, que había desaparecido pasto de un incendio provocado por los malos, "los rojos" se entiende, para desprestigiar a la aviación nazi, los aliados de Franco, que es hijo predilecto de la ciudad de Santander, todavía.

El desagravio se ha centrado en Gernika. Nada que objetar. ¿Pero, y Santander?

El famoso Gernika de Picasso no era la primera opción del Gobierno de la República. La primera opción para el pabellón de España era un mural del cántabro Luis Quintanilla. Desconozco las razones por las que dijo que no. Si hubiera aceptado, el bombardeo criminal de la aviación nazi sobre Santander quizá nos sería menos desconocido. De Quintanilla tenemos los murales que compró la UC a un cine de Nueva York, un cine marginal, y que ahora están en el Paraninfo de la UC de la C/ Sevilla gracias a las gestiones de Javier Gómez Martínez, a quien nunca se lo agradeceremos lo suficiente. Los herederos de Quintanilla tienen miles, literal, de trabajos suyos guardados en EE.UU. a la espera de alguien que los quiera.

- ¿El Ayuntamiento de Santander?
- No, que tiene todos los sitios cogidos o comprometidos.
- ¿El Gobierno de Cantabria?
- Perdona, ¿el gobierno de dónde has dicho?

La devolución del Gernika fue posible gracias al archivo de Luis Araquistáin, político socialista nacido en Bárcena de Pie de Concha. Es un archivo que estaba en Bruselas o en Suiza, no lo recuerdo. Sus herederos lo vendieron muy caro al Gobierno Español. Se pagó mucho por él porque se sabía que los papeles que justificaban la propiedad del Gernika estaban ahí. Los herederos no eran tontos. Tampoco, tengo entendido, el propio Araquistáin, de quien se dice que trasladó su inmensa biblioteca (era bibliófilo) en un comboy de ambulancias de Cataluña a Francia. Como si no hicieran falta estas ambulancias en otro sitio. Quizá solo sean habladurías. También se dijo que el gerente de Valdecilla no solo dejó morir a sus compañeros en el barco prisión, sino que robó el radium del hospital y que con el dinero que sacó se pegó la vida padre en Niza. Nada más lejos de la realidad. El radium fue entregado al Gobierno de la República en Francia, que a través de intermediarios acabó devolviéndolo al hospital. Otros directivos médicos de la época fueron acusados de lo mismo, como Lafora. De todas formas, fue Téllez Plasencia, responsable de radiología, quien se lo llevó metido en una caja de zapatos, no el gerente.

Araquistáin fue asesor de Largo Caballero, figura clave de la Revolución del 34. El estudio coetáneo más interesante sobre esta revolución lo escribió y publicó bajo su responsabilidad la cabuérniga (su casa es una muy pobre de Ucieda) Consuelo Berges (duramente represaliada, aunque no asesinada, imagino que por ser hija ilegítima de un capo del valle). Este libro lo tiene a la venta Carmen Alonso en su librería de la C/ Cisneros. Solo conozco este ejemplar. Una joya. ¿Cómo no está en una biblioteca pública? Lo ignoro. Es uno de los libros más importantes publicados en Cantabria durante el s. XX. [texto suprimido por autocensura].

Hablando de archivos que justifican propiedades: sabemos que el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, estuvo en Santander poco antes de abandonar España (el CDIS ha recuperado hace poco una película dedicada a esta visita). Entre otras cosas, el político firmó la donación de todos los papeles de Benito Pérez Galdós a la ciudad de Santander. Ahora la biblioteca y archivo personal del escritor están en Canarias. ¿Qué pasa con lo firmado por el Gobierno legítimo del momento? ¿No hace falta respetar los compromisos que adquirió legalmente? ¿Podría el Ayuntamiento de Santander demostrar la propiedad de los papeles de Galdós? Yo creo que sí. ¿Querría hacerlo? Mucho me temo que no.

- ¿Y por qué no?
- Porque tiene todos los sitios ocupados o comprometidos, ya te lo he dicho antes.

Para cerrar el hilo argumental, si es que lo hay, solo me resta decir que he sacado una foto a todas las casas de época que quedan en pie en torno a la actual Biblioteca Central de Cantabria. Tampoco son tantas. Tengo que ponerlas. Para rematar: (1) la idea de que el incendio acabó con todo el casco viejo de la ciudad, incluida esta zona del entorno de la Biblioteca Central que no se vio afectada, ha echado más casas abajo que el propio incendio; y (2) la Biblioteca Central tendría que tener una placa, qué menos tratándose de una institución señera, donde se rindiera homenaje a todos los presos políticos que estuvieron en ella encerrados durante años.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Crítica a destiempo del documental "Melodías del tacto" (sobre trovas)

El documental Melodías del tacto, dedicado a la trova montañesa, disponible aquí, tiene una falla importante: está centrado en la figura del trovador. Cuando se hizo se creía que la trova existía porque existía el trovador, pero hoy sabemos que no es así. La trova existe como realización colectiva, ajena a la noción de autoría individual. El trovador es una figura contemporánea. Concretamente nació con Masio el de la Hayuela, cuya obra se difundió gracias a las cintas de Benito. Su éxito se explica en el contexto generado por la quiebra del mundo rural tradicional y la irrupción de una nueva lógica comercial. Estamos hablando de los años sesenta o por ahí. De resultas de esta equivocación de base, el reportaje se acerca a la trova desde el trovador, que no es el mejor acercamiento posible.

La única trova que responde a parámetros tradicionales es la que echa Jaime el de Lamiña. Es una trova que se ha publicado creo que en el libro sobre la vaca tudanca de Ramón Villegas como "Trova de Jaime el de Lamiña". Es de Jaime porque es él el que guardaba su recuerdo, no porque fuera él el autor, probablemente, aunque ya no tengamos forma de confirmarlo.

Explico brevemente cuáles son estos parámetros tradicionales de la trova:

Las trovas se componen o arman empleando una melodía como bastidor. Esta melodía sirve también para memorizarla. La melodía de esta trova de Jaime es específica de trova. Hay más, no muchas más, aunque no sabemos cuántas ni cuáles. También era frecuente emplear melodías compartidas con otros géneros, como la toná o los romances, siempre cantados. La estructura de la trova, aquí, marca la diferencia.

La trova lleva melodía en la cabeza, de cráneo hacia adentro. Pero no lleva melodía, no necesariamente, de cráneo hacia afuera, es decir, cuando se verbaliza. Cuando se verbaliza puedes decidir cantarla o no, dependiendo del contexto. En este caso Jaime romancea la trova, que es decirla con ritmo, colocando los acentos como si la estuvieras cantando, pero sin cantarla. No obstante, hay un punto en que se suceden tres acentos que pertenecen a la lógica de lo cantado, no de lo recitado ni de lo dicho, y Jaime no puede evitar romper a cantar. Fijaos entonces cómo canta: sin aspavientos, para un entorno inmediato. Es así como era. Y como espero siga siendo.

El resto del documental se centra en trovadores que recitan a voz en grito, para que les oiga el público desde el escenario. O bajito, pero pensando en el micrófono. Cuando se cantan, es por partes. Estas partes están pautadas: de aquí a aquí cantado, lo demás recitado. Y las partes cantadas suelen ser tonás, para que la actuación gane color. Es otra lógica. Una lógica moderna, podríamos decir, adaptada a la sociedad del consumo o de masas. ¿Una lógica espuria? Éste es otro debate.

Dos apuntes más en relación con la trova de Jaime: primero, la importancia del contexto; y segundo, la cuestión de la autoría. Muy brevemente:

Las trovas están apegadas a un momento concreto. Pasa este momento y la trova se olvida. Por eso no tenemos trovas más allá de 1850, porque se han olvidado, como el contexto del que surgieron. La trova de Jaime es una trova muy antigua porque remite a un mundo perdido. Es una trova que ha perdido sus anclajes físicos. Se olvidará pronto. Bueno, no, no se olvidará, que ha quedado grabada. Se recordará, pero fosilizada.

Las trovas suelen servir para corregir comportamientos que se consideran una amenaza para el equilibrio del colectivo. Aquí el peso específico de la comunidad de aldea, con más de mil años en Cabuérniga, se deja notar (más se deja notar en Japón, para el que tenga algo que reclamar, y no les va mal). Hay dos vías, la que podríamos denominar "directa" y la "indirecta". De la primera recuerdo que hace años pedí a un tudanco que me explicara una trova recogida en el libro de W. Christian incomprensible para mí y resulta que tenía que ver con un listillo que quiso segar el verde antes de tiempo. La jugada le salió fatal. La trova que le sacaron era un toque de atención: no te pases de la raya, que te la ganas. Respecto a la segunda vía, la indirecta, comentando ayer por teléfono la trova de Jaime con un amigo cabuérnigo resulta que éste la interpretaba como ejemplo de lo mal gestionada que llegó a estar la cabaña ganadera del valle. De aquellas lluvias estos lodos. La trova de Jaime, para él, para mi amigo cabuérnigo, que está dentro, refleja no solo una realidad, sino una realidad mal gestionada. Ninguna de las penurias que desgrana la trova eran inevitables. La trova, en resumen, y por lo que respecta a este punto, puede criticar directamente y corregir al que mete la pata o va de listillo desde la coerción (vía directa). Pero también puede exponer una realidad para que ésta sea atendida y corregida (vía indirecta), como es el caso de la trova de Jaime.

Por último, respecto a la autoría, la trova solía estar compuesta por dos o más personas. Este grupo no era fijo, es decir, no era un grupo de poetas profesionales o ni siquiera un grupo de personas especialmente atraídas por la cultura. Se juntaban por un interés común y componían o armaban una trova al respecto, sencillamente. El objetivo solía ser, ya se ha dicho, corregir una desviación del sistema. En este sentido ayudaba, y mucho (es una de sus funciones) la melodía, que era por todos conocida. Cada participante podía componer su parte aparte, trabajando, en la cabeza, o apuntándola en un papel, y luego compartirla en una reunión, una jila o una deshoja, por ejemplo, donde se hacía la puesta en común. Autoría sí, pero colectiva. No son trovas anónimas.

Se me escapan las trovas tradicionales hechas por individuos, como la trova de Agüera, que es el largo adiós de un emigrante. No sé cómo interpretar este tipo de trovas. En cualquier caso, sé que éstas estaban sujetas a la manipulación del colectivo: quitar y poner estrofas, cambiar la letra, etc. La de Agüera es una trova de la que ya se han olvidado las estrofas referidas a realidades hoy inexistentes (como llamar arrieros a los bastianos) pero de la que se mantienen frescas las estrofas más atemporales (he ahí el éxito de esta trova, la descripción de un territorio que todavía late). El autor pierde el control sobre su obra cuando la pone en circulación. ¿Pero podemos hablar de autor? ¿Y de obra? ¿Qué es, entonces, en este contexto, la autoría individual? Creo que nos faltan categorías.

Por último, señalar que hay otra pieza audiovisual con trovas que responde al mismo contexto: Con tu piedra, aquí.

Cuchar y cuchares, sucáu, el viento y las avellanas, planchando camisetas, y bancos y arietes

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Aquí Xosé Lluis García Arias, Universidad de Oviedo y Academia de la Llingua Asturiana, dice lo siguiente:

"Penny afita la pertenencia hestórica de Cantabria, pelo menos de les fales oriental y occidental por él estudiaes, al dominiu que nós preferimos denomar dominiu llingüísticu ástur. Pero ello pal nuesu autor foi compatible col fechu de que nun artículu del mesmu añu 1978 (Penny 1978b), sofitáu nos datos del ALPI, alcontrare una dixebra d’isogloses ente Asturies y Cantabria marcaes na so opinión pol ríu Deva. Esti ríu sedría la llende d’estos cuatro trazos:

[Destaca la contraposición entre el asturiano cuyar y el montañés cuchara]

La intencionalidá de Penny respuende a un naguar por una bona comprensión de los fechos pero esfrónase, al nuesu entender, cola realidá (...)"

Hoy sabemos que en Cabuérniga cuchara convive con cuchar, plural cuchares, y que cuchar chica es cucharilla.

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En Cabuérniga: sucáu, "tener algo bien removido y repasado". Probablemente derive de sucu, "surco".

Vid. comentario en esta misma entrada.

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Mi madre me explicó ayer que los vientos de estos días los trae la naturaleza para tirar los frutos al suelo y que podamos recogerlos. Es tiempo de ir a por castañas o avellanas.

Me gusta esa idea de interconexión. Idea cuyas coordenadas fijan nuestros focos de interés, los lugares donde posamos los ojos, aquéllos a los que prestamos atención: el viento, las avellanas, nosotros. Si viviéramos en un sitio sin viento ni avellanos nos hubiéramos fijado en otra cosa, la naturaleza sería otra cosa para nosotros. Y qué es, sino ésto, esta interconexión, cómo la formulamos, la cultura.

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- Las camisetas de algodón son difíciles de planchar porque están todas reviradas, es difícil seguir las líneas que marcan las costuras.

- No es que sea difícil, es que no hay que seguir las líneas de las costuras, hay que seguir la forma de la camiseta, la que ha ido transfiriendo tu cuerpo. Olvídate de la camiseta que compraste.

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Voy a trabajar por la pasarela de las estaciones. Hay un tramo que va entre paredes de bloques de hormigón y ladrillo. Por la noche hacen botellón, a la vista de los restos que encuentro. Ayer ví que los chavales habían cogido una traviesa de las vías y la habían puesto pegada a una pared para sentarse. Esta mañana he visto que han utilizado la traviesa como ariete para echar abajo las paredes.

martes, 16 de septiembre de 2014

Saludos entre paisanos en una trova bastiana, vacas jedas, crítica al libro "Trovas y comparsas del Alto Nansa", y montañesismos hura y snaipe

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Dos estrofas de una trova de Miguel Ángel González González, bastiano, titulada "Se me perdió el rebaño", recogida en su libro Recuerdos de mi niñez: Entre San Sebastián de Garabandal y Nueva York, publicado por Tantín el año 2012, inencontrable:

Me fui por el río arriba
deprisa como volando,
y paré en La Rozaúca
para preguntarle a Nando.

Weeéu, le dije gritando
al pasar el bocarón,
woó, me contestó Nando,
asomado al cuarterón.

No todo eran jisquíos. Recuerdo que en la primera adolescencia, en Sopeña, comenzamos a saludar a los paisanos diciendo ¡ou!, sobre todo cuando era de paso, cuando no te detenías, que es como los propios paisanos nos habían dicho que hacían los adultos.

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Aquí comentaba que en el cartel de la Pasáa de Carmona de este año se pone vacas jedas entre comillas mientras que bellos se pone sin ellas y que se debe a que la primera es una palabra considerada caduca o forastera.

Pongo ahora estrofa de la trova "Día de la muda" de José Manuel Cuesta recogida en su libro Trovas cabuérnigas, de 1993, inencontrable:

San Antonio, las parías,
y las estieles San Juan,
las que no parían esti añu,
si Dios quiere ya tocarán.

En esta trova las vacas jedas (con acento en la /a/, o sea, jedaas) ya han sido sustituídas por las parías. El proceso diglósico se ha completado.

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Tres reflexiones en torno al libro de trovas y comparsas del Alto Nansa de William Christian:

No dice que las trovas se canten. No lo hace para evitarse un problema. El tema de las melodías en la trova es muy complicado, en dos sentidos, el primero "mental" y el segundo "físico". Respecto al primero, las trovas no es que se canten, es que se componen y memorizan utilizando como bastidor una melodía. Luego la trova se puede verbalizar cantando o no, dependiendo del contexto. Este punto es de un interés extraordinario. De mucho interés pero complicado. Respecto al problema "físico", no se conoce el repertorio de melodías. A más a más, las melodías de trova específicas conviven con melodías tomadas de otros géneros, como la toná, las coplas o los romances, con lo que la complejidad se acrecienta. Willian Christian todo esto lo oculta para no entrar en jardines. Su libro gana así en coherencia. Pero no deja de ser un engaño.

En segundo lugar, hace ver que existe la noción de autoría individual, cuando no es así. La trova suele ser de composición colectiva, que no es lo mismo que anónima. Éste es un tema también muy complicado, y más a día de hoy, con la proliferación de "troveros". La figura del "troveru" es moderna, no va más allá de los años sesenta del pasado siglo (las cintas de Benito con trovas de Masio). Es fruto de la recepción de la figura del "espectador", antes inexistente, que viene acompañada de la noción de "autoría individual", asociada a beneficio económico. Está por ver si todas estas novedades son espurias o no, si rompen con la tradición o si la adaptan, si son la muerte o si son la única esperanza.

En tercer y último lugar, Willian Christian "compone" él la versión canónica de las trovas, sobre todo de las más antiguas, como ocurre con la trova de Peña Sagra, que por definición no tiene versión estándar. Forzar de esta manera la tradición oral no tiene nombre. Hoy día no se le ocurre a nadie. Lo malo es que esta idea ha prendido entre nosotros y luego vienen más haciendo lo mismo, como Chuchi Preciado, que tiene la manía de componer él la versión estándar de los cuentos cuando existen varias versiones circulando por ahí. Una cosa es adaptar la tradición oral para un libro y otra "corregirla". Una vez más, Willian Christian ha optado por el camino fácil.

En definitiva, el libro de trovas y comparsas del Alto Nansa está bien, es lo mejor que tenemos sobre este tema, pero hay que leerlo con mucho cuidado.

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En el pueblo de Cosío, Alto Nansa, al cazador o tirador certero se le dice snaipe, así escrito. En GUTIÉRREZ COSÍO, Rubén: Apego al terruño. Trovas de un lugareño. Ed. del autor, Torrelavega, 2003. Inencontrable.

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En el mismo libro que antes, hura, "agujero pequeño". No sé si en el lenguaje oral se dirá *jura (con asterisco porque es una forma hipotética). No sé, tampoco, si tendrá algo que ver con el montañés joche, agujero que se hace en la hierba, en un pajar, para dormir (con las extrapolaciones semánticas que pueda haber y que no conozco).

sábado, 13 de septiembre de 2014

MAS Lafuente, variedades cabuérnigas de manzana, marcas de cantero contemporáneas y piedras del rayo

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Entradas más atrás, concretamente aquí, acompañé mi opinión respecto al enfoque de la exposición de Lafuente en el MAS con un fragmento del libro Los Países de Pedro G. Romero.

Pues bien, nada más entrar en el MAS, a mano izquierda, están todos los originales de Los Países.

Touché.

Aprovecho para decir que no creo que la motivación inicial de Lafuente fuera espuria (espuria desde un punto de vista social). De hecho no es que lo crea, es que lo sé. Su motor era más generoso de lo que está haciendo ver. Lo que pasa es que la cohorte que le rodea, y empleo este verbo a posta porque sus aliados a sueldo hacen por mantenerle aislado de su entorno, por si acaso, está compuesta, decía, esta cohorte por trepas que solo ven beneficio personal en todo lo que hacen. Es de sobra conocido. Y se le está pegando. Le están llevando al lado oscuro.

Sé que los dos admiramos a Borja-Villel. Lo primero que hizo al llegar al Reina fue repensar la colección. De hecho, esta revisión la ha convertido, en un juego de espejos genial, en hilo argumental de la propia colección. Creo que Lafuente debería repensar no tanto su colección o su anclaje físico, ni siquiera su misión, sino sus valores. Cuando ves que un párrafo no termina como debe terminar el error no suele estar en la última frase, sino en la primera del párrafo. Empezó bien, pero le han torcido.

Nunca está de más revisar tu encaje en el mundo, tus coordenadas vitales, qué es el mundo para ti y qué tú para él, que es donde creo que Lafuente empieza a hacer aguas gracias a, o por culpa de, sus asesores.

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Pongo foto de tres variedades de manzana de Cabuérniga:



La de la izquierda y más pequeña sabe a reineta. La del medio parece golden. La de la derecha es una incógnita. Todavía no la he probado.

Mi abuela tenía un manzano en la huerta de Sopeña. Murió de alzheimer. El árbol ya estaba podrido. No lo talamos hasta que murió. Hoy queda el tocón. Las manzanas eran pequeñas y no maduraban en el árbol. Había que ponerlas al sol en el balcón. No se parecían a ninguna de las manzanas de la foto. ¿Serían maíllas, es decir, silvestres? Cuatro variedades ya. ¿No se hacen muchas para un solo valle?

Comentándoselo a mi madre me dijo que hace pocos días encontró en la lera de Sopeña un manzano muy pequeño del que prendían manzanas muy rojas que eran poco más que canicas. Cuando tenga un hueco tengo que buscarlo.

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Se supone que las marcas de cantero respondían a un código desaparecido en torno al año 1600. Así lo asegura Juan Luis Puente López en Marcas, signos lapidarios y símbolos: Firmado en la piedra por los maestros canteros medievales. En Cantabria se publicó en los años veinte del pasado siglo un vocabulario de pantoja, jerga de los canteros trasmeranos (se incluye jeroa, "cara", que utiliza todavía mi padre, cuyo abuelo, mi bisabuelo, era cantero santanderino).

Hay varias marcas de cantero en el claustro de la catedral. En particular marcas de las profesiones que tenían los canteros antes de serlo, como navegante (dos barcos grabados), viñador (un cesto alto de vendimia), etc. Lo trató Casado Soto en sus distintos libros sobre la catedral.

Pongo foto de marca de cantero en una de las losas de la machina de Santander. Es una de las pocas que se salvó del "acondicionamiento" que sufrió el muelle hace unos años. Está cerca de la gasolinera. Es de destacar que estas losas no van más allá del s. XIX. ¿Se trata, pues, de una losa reutilizada o es que los canteros de Santander no olvidaron su código en piedra, sus marcas, como tampoco la pantoja, hasta las mismas puertas del s. XX?



Hay al lado otra con lo que parecen cuentas. Pongo tras ésta otra foto con una "A" en un bordillo antiguo de acera, cerca de la estación de autobuses.



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Piedra del rayo en un museo extremeño. Es un hacha pulimentada neolítica. Dice la cartela que se le atribuían poderes protectores.

En una revista de Caja Cantabria de hace mil años aparecía una entrevista a José Hierro en la que decía que en Liencres las piedras del rayo eran fósiles de erizo (bolas de piedra con una estrella en mitad; son relativamente fáciles de encontrar). El nombre se debe a que son las piedras que van en la punta del rayo y que es por eso que los rayos matan, porque te golpean con esa piedra.

Hace aprox. quince años coincidí en el tren Lisboa - París con un paisano de la zona de la Sierra de la Estrella que también me habló de piedras del rayo.

En Liébana han aparecido varias hachas de este tipo en contextos extraños. ¿Elementos protectores, amuletos tal vez?

jueves, 11 de septiembre de 2014

Txacolina D.O., tasugos y brujas en Cabuérniga, nuevos montañesismos, el santanderismo boito y Jean Dubuffet

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De por qué el txacoli empieza a ser vasco y solo vasco (la denominación de origen la detentan ellos en exclusiva, me parece), aquí, a pesar de existir evidencias claras de su existencia entre nosotros desde antiguo, como probé aquí, aquí y aquí, que recuerde. La tierra para el que la trabaja, como se suele decir.

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En Cabuérniga tienes que llevar un atadijo de pelos de tejón (tasugu) en un bolsillo para evitar que la bruja te ataque. Dicen que por no contarlos se va a por otro.

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En Cabuérniga:

- Encocorar: molestar (una persona que encocora a otra, por ejemplo). También en asturianu (vid. el diccionario de la ALLA).
- Berranchina: berrinche.
- Virolán: con un ojo más grande que otro o saltones, bizco, etc., es decir,
una persona con los ojos raros.
- Resgatu: rasgón (por ejemplo el de una falda de tubo, la abertura que tiene para que la chica pueda andar). También en asturianu (vid. el diccionario de la ALLA).
- Simplainá: simpleza (pl. simplainás).

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Leo en un texto del malogrado Rafael González Echegaray, concretamente en 9 historias de barcos (año 1968), el santanderismo boito con el significado de "vacío". Impresionante. ¿Tendrá algo que ver con el inglés void, "vacío"? No sería raro teniendo en cuenta la abundancia de anglicismos en las ciudades portuarias. En Santander pichi, "alquitrán", y en la zona de Santoña, Laredu y Colindres penique, "vaso pequeño de cerveza", que recuerde.

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"Quizás el más esclarecedor [de los libros de Dubuffet] sea Axifisiante cultura, donde [el autor] nos describe un mundo occidental agonizante cuyas instituciones culturales esclerotizan el pensamiento y banalizan la creatividad. Es una crítica contra la cultura, concebida como la estructura mental que se nos impone y nos obliga a percibir el universo desde un prisma concreto mayoritario; una coerción que nos encorseta en un modo de pensamiento único que nos impide la espontaneidad y regula las aportaciones creativas de manera que se adapten a las directrices del sistema".

Tomado de la contraportada de Asfixiante cultura, de Jean Dubuffet, publicado en 2011 por la editorial El Lunar.

Me recuerda a lo escrito por Alberto Santamaría aquí y por mí, más o menos, aquí.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Diglosia en el cartel de la Pasáa de Carmona de 2014, la fotografía en el pueblo natal de Bernado Atxaga, Karl Ove y Colomer, Manuel Ciges Aparicio Delegado Territorial en Santander y Xesús Vázquez muralista en Castilla - Hermida

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En el cartel de la próxima Pasáa de Carmona (bajada del ganado tudanco de los puertos), a celebrar a finales de este mismo mes, pone vacas jedas (paridas) entre comillas pero bellos (terneros recién nacidos) está puesto sin ellas. Preguntado un vecino al respecto me responde que es que la primera palabra se ve como paleta y la segunda (todavía) no. Diglosia en estado puro.

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"En la casa de Albiztur, Aitze, eran cinco hermanos. Un chico, Bartolito, y cuatro chicas: Miren, Paquita, Jesusa y mi madre, la hermana mayor, a la que llamaban María, y no Izaskun.

Hay una foto tomada en Aitze en 1928 en la que aparecen los cinco hermanos con sus padres, nuestros abuelos. Parecen gitanos recién salidos de una caravana. Gente muy pobre. Están todos morenos, negros al sol; los niños, con unas camisolas rústicas, sin peinarse, dando impresión de suciedad. Miran con ojos de susto, como si nunca antes hubiesen visto una cámara fotográfica.

La persona que hizo la fotografía quiso seguramente captar una imagen a la que atribuía un valor antropológico. Es probable que se tratara del propietario de la central eléctrica donde trabajaba mi abuelo, Ramón, o de un socio suyo. Eso explicaría que la fotografía estuviese guardada en Aitze.

La madre de mi madre, la abuela Leona, odiaba la fotografía. Se avergonzaba de aquella imagen de la familia, y decía que los habían cogido desprevenidos y que acabaría echándola al fuego. Pero cuando Ramón murió electrocutado en la central no le quedó otro remedio que conservarla. Era la única imagen que tenía de su marido".

Días de Nevada, Bernardo Atxaga, 2014, pp. 475 y 476. Es un libro pesado, como tantos de este autor, no todos, pero las últimas veinte páginas, que el autor dedica a la muerte de su madre, es de lo mejor que he leído nunca. Cuando llegas a estas úlimas páginas se te olvida lo mal que lo pasaste en las precedentes.

Recuerdo que estando con mi familia a la sombra de la higuera de Sopeña hace años, cuando crío, apareció un grupo de estudiantes, quizá de arquitectura, haciendo fotos a las casas y deteniéndose aquí y allá, también a nuestra altura. Cuando llegaron, saludaron, el que llevaba la voz cantante, profesor imagino, dijo no sé qué, sacaron fotos, también a nosotros, y se fueron calle adelante.

Nosotros, negros de sol, con el pelo apelmazado del río, pantalones cortos, las rodillas peladas, las bicicletas por ahí tiradas, la yegua de Quique, hierbas entre las piedras del empedrado, cascando avellanas en el agujero que dejan las goterás cuando llueve, gallinas, vencejos haciendo caligrafía por encima de nuestras cabezas.

Me gustaría dar con esas fotos. Siendo verano, seguro que se trataba de un curso de la UIMP. Si doy con el nombre de su director se las pediré.

Me gustaría dar con estas fotos, decía, pero más me gustaría dar con esta persona y hacerle unas fotos con su familia comiendo paella, rebozado de arena, en un chiringuito de Torremolinos.

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El planteamiento de Un hombre enamorado, de Karl Ove, me recuerda a Con Suecia en la memoria de Rafael Gutiérrez Colomer.

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Manuel Ciges Aparicio, uno de los escritores españoles de avanzada más olvidados, además de padre de un actor que me encanta, resulta que fue Delegado Territorial en Cantabria durante los trece meses que gobernó el Frente Popular.

Tengo un libro suyo reeditado en los ochenta, no recuerdo ahora el título, que es buenísimo, quizá un poco engolado todavía (la literatura de avanzada se caracteriza precisamente por sintetizar fondo y forma, tarea en la que el libro que conozco de Ciges Aparicio todavía bascula un poco hacia la forma), pero muy recomendable. Debe haber entrevistas suyas en la prensa de época santanderina.

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En la zona de Castilla - Hermida hay un montón de cerámica de los setenta y ochenta en las paredes de los portales, en particular de Xesús Vázquez (Ourense 1946), un artista muy cotizado con obra en el Reina Sofía.

Pongo foto:

jueves, 4 de septiembre de 2014

Patricio Pron, la ficción y el poder, la socialización de herramientas informáticas policiales, las urracas en Cabuérniga, el viejo lenguaje y las manías y los mitos

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"Al fin y al cabo, como toda ficción, no se trata aquí de cómo esa ficción se vincula con la realidad [el autor se refiere a los mapas] sino, más bien, de quién dice que lo que dice es real o no lo es. Visto así, ficción y poder constituyen una unidad (...)" Patricio Pron.

(2)

Hace tiempo comentaba que cuando accedes a determinadas webs te entran gusanos, seguramente policiales, que te chupan todo lo que tengas dentro del ordenador o servidor. Lo sé porque trabajando en la sede central de una editorial abrí la web de un periódico hoy prohibido y vinieron corriendo los de informática a decirme que qué tenía abierto, que había entrado un gusano que estaba chupando todos los archivos de la editorial; todos. Lo habían detectado porque ese mismo día habían implementado un sistema de seguridad potentísimo, acorde con las dimensiones de la empresa. De no haber estado operativo este sistema de seguridad de última generación nadie se habría dado cuenta de la incursión del gusano, de tecnología tan avanzada o más que el sistema de seguridad implementado por la editorial, que lo era y mucho.

Pues bien, hoy he sabido que cuando alguien tiene dinero puede hacer que desaparezca la relación entre su web y otra, la que sea. Ejemplo: yo escribo el lunes una entrada titulada x+1, que es el nombre de, supongamos, una carnicería. El martes la araña de google ya ha detectado la nueva entrada y la incluye entre sus resultados. Entonces, si buscas x+1 aparece la web de la carnicería y mi entrada, la carnicería en la primera página de resultados y mi entrada en la segunda. Pero el miércoles vuelves a buscar x+1 y aparece la web de la carnicería pero no mi entrada, que ha desaparecido de google. ¿Casualidad? Seguramente.

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Un paisano de Saja me decía hace poco que las urracas llegaron a Cabuérniga con la Guerra Civil. A mí de pequeño me enseñaron que solo se espantaban si hacías el gesto de disparar con las manos, mejor con una palo, apuntando.

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"Como en tantas otras ocasiones, Wittgenstein, con la terrible ingenuidad de sus apotegmas, dio en el clavo al protestar contra la arrogancia de sus colegas cuando repudiaban el lenguaje ordinario, denunciando en ese rechazo la ilusión de un lenguaje extraordinario que nadie ha encontrado ni encontrará nunca, porque no tenemos más lenguaje que el ordinario, porque la música o la matemática son lenguaje (es decir, son maravillosos mecanismos del lenguaje), pero no son un lenguaje distinto del lenguaje, ya que no hay para nosotros una alternativa al lenguaje más allá de él, y es sólo en sus márgenes en donde brillan los teoremas y las demostraciones, los ritmos y las armonías.

Pero los filósofos modernos estaban en lo cierto al notar que el lenguaje es el elemento de la confusión y del engaño. Lo que nosotros hemos aprendido entretanto es que también es el elemento del entendimiento y de la certidumbre, y que cualquier intento de librarnos definitivamente de sus peligros es un camino seguro para renunciar a la posibilidad, aunque sea improbable, de encontrar en la intransigencia de sus leyes un lugar, entre el retorcimiento que los hombres imponen a las palabras y la rigidez que las cosas exigen de ellas, para la verdad y para la dignidad."

José Luis Pardo, en "El viejo lenguaje", artículo publicado en el Babelia del 2 de agosto.

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Cuando voy al trabajo tengo que subir un último tramo de escaleras que remata en un peldaño que está pintado de azul y que siempre procuro pisar con el pie derecho. Tengo bastantes manías de este tipo.

Hace poco un arquitecto que estuvo de visita me dijo que esa escalera pintada de azul va contra la norma, que está demasiado pegada a la puerta, que además abre en sentido contrario a la lógica y que es peligrosa, a lo que se suma que está en un alto con barandillas muy bajas.

Me da por pensar que mi cuerpo me ha alertado como ha podido sobre el riesgo potencial que representa esa escalera pintada de azul. El obligarme a pisarla con el pie derecho puede ser fruto de esta alerta inconsciente de mi cuerpo. Es una reacción instintiva. ¿Lo serán todas las manías? ¿Cómo somatiza el cuerpo todos los riesgos que detecta a nuestro alrededor y que nosotros hacemos pasar por cotidianos, como por ejemplo cruzar un paso de peatones o conducir? Toparse con una serpiente produce pánico, o con un lobo, son éstas reacciones incorporadas a nuestra genética (el que no sentía pánico moría, así que solo se reprodujeron los que lo sentían y seguían vivos), pero ¿y conducir o ir en bicicleta por el arcén o subir unas escaleras hechas para descalabrarse? ¿Cuál es la reacción asociada a estos peligros que todavía no han sido asumidos por la genética? Las manías no son reacciones específicas (cuando tu cuerpo presiente al lobo se te erizan los pelos, se dice, no puede haber reacción innata más específica que ésta), sino una categoría de reacciones indefinidas (pisar con el pie derecho, por ejemplo) ante peligros que el cuerpo todavía no ha decodificado (o que nunca lo hará porque no le dará tiempo ante la velocidad del cambio).

Me vienen a la cabeza muchas de nuestras leyendas, como la del Cuélebre de Tresviso, que está en una torca a la que es peligroso acercarse. Es peligroso porque es peligroso, pero la leyenda del Cuélebre te mete el peligro dentro, en la cabeza, para que no te acerques.

Las leyendas, los mitos, son como las manías, pero no instintivas, sino culturales.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Archivo Lafuente

Hay quien no compra fotos porque prefiere coleccionar libros de fotografía. Por el precio de una foto de Fontcuberta, por ejemplo, te puedes hacer con cien libros de fotógrafos de primera línea. De hecho, hay fotógrafos que producen antes para libros que para salas. La lógica de las series, por ejemplo, es antes libraria que otra cosa. Una foto de una serie está mejor en un libro, puesta en contexto, que colgada de una pared, por mucho que una foto segregada de una serie y colgada de una pared funcione a modo de recurso mnemotécnico de la lógica que enhebra como cuentas de un mismo collar a todas las fotos de la serie. Sea como fuere, lo cierto es que por lo que cuesta una buena foto te puedes comprar cien libros de colección.

De igual manera, hay coleccionistas que prefieren invertir antes en cien libros de artista que en un cuadro de, por ejemplo, Picasso. Lafuente es uno de ellos. Ojo no se puede negar que tenga.

Es un poco parecido a por qué en Cantabria hay tantos poetas (Fombellida, Alcorta, Tono... la lista es interminable) y tan pocos narradores (Rafael Pérez Llano, Álvaro Pombo, Alejando Gándara, Gloria Ruiz, Jesús Pardo y Gonzalo Calcedo, éste último no nacido aquí): porque un poema es un instrumento de posicionamiento social más eficaz que una novela: igual repercusión (incluso la poesía tiene un puntito elitista, si te vendes bien, del que carece la narrativa) a menor esfuerzo (si eres hábil juntando letras).

Parece que Lafuente quiere colocar su colección en la órbita pública, cosa de agradecer (aunque su interés no busque sustantivamente el beneficio de la ciudadanía), en particular, parece que la quiere donar al Ayuntamiento de Santander y que éste ha dicho que sí e incluso que le ha ofrecido la antigua sede del Banco de España, que en principio estaba comprometida para un centro de la UNESCO dedicado a arte paleolítico y que iba a ser, y me lo creo, una referencia mundial en la materia. Se va a primar el proyecto de Lafuente frente al de la UNESCO. ¿Por qué?

Empecemos por el principio:

El proyecto irrumpió en la agenda del Alcalde a través de un informe que la Fundación Santander Creativa encargó a la UC sobre infraestructuras culturales de la ciudad y que lideró Javier Díaz López, sociólogo unido por fuertes lazos comerciales con Lafuente (le ha publicado al menos un libro), intereses que no declaró (fatal). El informe no es más que una sucesión de ocurrencias (que no tienen nada de malo si no fuera porque quitan sitio a las necesidades reales, como la de fortalecer la red de bibliotecas municipales de Santander, por ejemplo, que el autor ni menciona) que conducen al proyecto estrella: la propuesta de Lafuente. Ésta le llegó al Alcalde el mismo día de la presentación del informe, ante el pasmo de todos, empezando por el del Director de la Fundación, en el Ateneo, hace meses. Desde entonces la pretendida necesidad identificada por el sociólogo (¿identificada o dictada?) no ha hecho más que crecer. Sin ir más lejos ayer mismo el Jefe de Redacción de El Diario Montañés, Guillermo Balbona, que va de transgresor, metía presión a favor del proyecto utilizando como excusa la presentación del informe de la UC, que, como hemos dicho, se produjo hace meses. Inaudito. Algo ganará. ¿Futuras primicias, tal vez, de un proyecto que él adivina seguro? Miserias de pueblo.

Lafuente lleva años generando discurso en torno a su colección, que si no lo era ahora sí es de referencia al menos nacional. El canon internacional se conocía, y Lafuente se ha hecho con él a través, imagino, de subastas, fundamentalmente. El nacional e iberoamericano no, y lo ha hecho él. No es que lo haya descubierto, es que lo ha hecho. Quien no esté dentro no existe (Colomer Vs. Cuende, por ejemplo). Este canon se consolida gracias a una red de críticos digamos que convencidos. Recordemos que Lafuente es propietario de Arte y Parte, entre otras, revista de arte donde publican los principales críticos del país, críticos que comisarían sus exposiciones en el ARTIUM, MAS, la Juan March, etc. La red está muy bien tejida. La mano es maestra. Tanto es así, que este verano el Secretario de Estado de Cultura, el santanderino Lassalle (de discurso tremendamente clasista), le ha ofrecido en público una Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes por su labor. Puertas que se abren.

Mi opinión al respecto:

Si un particular quiere donar su colección a una institución tiene que ser a la correcta: en este caso, a la Biblioteca del Museo de Bellas Artes de Santander, que para eso está. Esta institución tiene que tener capacidad de elección: si no encaja en su línea de trabajo tendrá que decir que no y si encaja pero no tiene recursos, habrá que aumentar su dotación (seguro que es más barato que ocupar el antiguo Banco de España) o incluso pensar en la posibilidad de incorporar esta biblioteca a la Red de Bibliotecas Municipales y jugar con las sinergias. No podemos hacer saltar por los aires la lógica cultural de Santander, la pública, a la mínima de cambio, por muchos intereses particulares, y de peso, que haya por medio.

Si aparece un coleccionista de prensa ilustrada de los años veinte, ¿qué hacemos? ¿Y si el coleccionista es de tremendismo o de la Escuela Literaria Montañesa o de la Revolución del 34...?

Todo lo que se haga al margen de las instituciones ya existentes, con atribuciones claras (y flexibles), es ningunearlas, con el peligro que eso supone. Si se hace lo que un coleccionista adinerado dicta, al margen de la lógica ciudadana, estaríamos hablando no de patrocinio sino de imposición (ay, el Centro Botín, qué feo precedente).

Otra cosa es que Lafuente quiera comprar un edificio y montar algo por su cuenta, que es otra opción (no sería el primero, ni mucho menos). En este caso puede que haya entrado en contacto con el Ayuntamiento para decirles que qué le dan a cambio de instalar su Archivo aquí, en Santander, en lugar de, por ejemplo, en Madrid, a lo que puede que el Ayuntamiento haya hecho una oferta determinada, que podría incluir el edificio del Banco de España. Ahí ya no entro. Si entrara, le diría al Ayuntamiento que echara un órdago: ¿dónde si no aquí? Es Lafuente el que está necesitado, por mucho que su discurso haga ver lo contrario (gracias, Balbona).

Está en juego no una colección, no un museo o archivo, sino una infraestructura pública que ha llevado mucho tiempo y esfuerzo construir.

Tolibes y mosaicos romanos, playas, vacíos cartográficos, la necesaria resituación del paisaje y desplazamientos de topónimos santanderinos

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Siendo un crío el instituto nos llevó de excursión al alcornocal lebaniego de Tolibes, el mayor, si no el único, de Cantabria. Encontré una piedra de forma extraña. Se la enseñé a un profesor de ciencias y me dijo que era antrópico; se la enseñé a un historiador y me dijo que era natural. La guardé. Ya no sé dónde está.

El otro día, navegando por internet, encontré la siguiente foto:


Es un fragmento de mosaico romano hallado en Murcia. Mi piedra era igual, pero sin las piececitas de colores de dentro. Es probable que en Tolibes o inmediaciones haya una antigua villae por descubrir, si es que a alguien le interesa, que imagino que no.

(2)

Ayer oí decir a una chica joven playuqui, derivado de playuca, en lugar de playita. En cualquier caso, las playas, entre pejinos, fueron tradicionalmente caladeros próximos a la costa. Las actuales playas eran denominadas arenales o sables, término este último emparentado con el francés, que no derivado de él, por mucho que tengamos entre nosotros galicismos como galipó, en Santoña, "alquitrán", lo que en Santander es pichi (tomado del inglés) y en la costa occidental chapapote (del nahua, como tajurón).

(3)

Tasra en turco significa cualquier lugar de Turquía que no sea Estambul.

Hace tiempo se me ocurrió hacer un mapa donde solo apareciera representado el municipio de Santander, la sombra recortada, y que llevara la leyenda en montañés "Cantabria sacáu Liébana, Cabuérniga, Pas, Tresmiera..."

(4)

"No es el lugar el que cambia la recepción de una historia, sino al contrario; el mundo interior del personaje principal, sus emociones y confesiones, alteran la percepción del lugar en el que se encuentra". Firat Yücel, escritor y periodista turco, sobre la obra cinematográfica de Nuri Bilgen Ceylan, en particular sobre su última perlícula Winter sleep.

Hemos cortado el cordón umbilical que nos unía a nuestro paisaje. Ya no está el monte lleno de gente haciendo cosas en él (aperos, carbón, queso, etc.) La extinción de la toponimia es prueba de ello. El paisaje se ha vaciado. Es más, si consideramos que el paisaje es resultado del encuentro entre naturaleza y cultura, no es que el paisaje se haya vaciado, es que ha desaparecido.

Creo fundamental generar artefactos literarios (ensayo, teatro, narrativa, etc.) que ayuden a reactivar nuestro paisaje. Si nos lo quitamos de la cabeza, como si se tratara de un sombrero apolillado, desaparecerá definitivamente. Es hora de resituarlo. ¿Literatura instrumental? Sí, y descarada además, literatura al servicio de la creación de contextos que recuperen para la cultura el espacio, haciendo paisaje. También cine y música y toda la batería de herramientas intelectuales que tengamos a mano.

No es el paisaje el que hace al personaje, sino al revés, el personaje el que hace al paisaje, nos dice Firat Yücel. Pues bien, hagámosle.

(5)

El otro día una santanderina se refirió a la medianera con plátanos que hay entre el Paseo Pereda y el muelle como El Boulevard.

El Boulevard era como se conocía al Paseo antes de que se le pusiera el nombre del escritor.

Vemos aquí un desplazamiento claro: Paseo Pereda ha empujado a Boulevard a la bahía.

¿Pasará algo parecido con el Centro Botín y los Jardines de Pereda? Todo apunta a que sí.

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