jueves, 6 de febrero de 2014

Corral, corraliega y antozañu

El espacio que queda delante de las casas se denomina corral. El corral se considera espacio público, pero su cuidado (y aprovechamiento) corresponde al vecino cuya casa proyecta su sombra sobre él.

Cuando el corral se cierra se convierte en corralá. La corralá puede tener puerta vistosa de entrada: si es de sillería se llama portalá y si no lo es portaliega.

Yo hasta hace poco pensaba que la corraliega era la sucesión de corrales y que, por ende, se podía interpretar que corraliega y calle eran lo mismo. Pero no. Una corraliega es la suma de corrales, suma de la que resulta una forma por lo común alveolar, lo que no quita para que las casas cuyos corrales componen la corraliega sí puedan estar alineadas (de ahí que se denominen a nivel técnico "casas en hilera"; repito, a nivel técnico, nunca entre paisanos, como está empezando a correr por ahí en paneles informativos, folletos y demás). Las corraliegas se extienden desde las fachadas de las casas implicadas (generalmente alineadas) hasta que topan con un muro, que puede ser de otra casa (generalmente la parte trasera) o de una huerta. Esta delimitación tan "líquida" de las corraliegas es lo que explica su forma orgánica y no lineal.

Las corraliegas no se caracterizan por ser un espacio de paso, o no al menos en lo sustantivo. Su carácter se lo confiere el antozañu, o compost, que son los restos de todo tipo (principalmente orgánico) que se van acumulando en la corraliega hasta que el agua de lluvia lo arrastra. ¿Y hacia dónde arrastra el agua de lluvia el antozañu acumulado a posta en las corraliegas? Pues a las huertas que delimitan con las corraliegas. Se abren las portillas y se deja que entre el antozañu arrastrado por el agua. Son, así, las corraliegas espacios inmersos plenamente en la lógica productiva, no solo, como decía, espacios de paso.

Pongo foto de antozañu identificado como tal por un paisano en un pueblo montañés:


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