martes, 29 de enero de 2013

Si no es qu´está escundía en un juriacu del conventu, cumu los bujanos

Morrió* la monja que robaba bebés. Y lo jezo sin dicir en qué familia los acaldó. Cona sú muerte, las madres biológicas han pirdíu la última esperanza d´alcontrar a los sús hijos.

Veendo la noticia ena tele, la mí madre dijo: "ésto se sabía de siempre. Las monjas decidían quién merecía ser madre y quién no. Si eras madre soltera y pobre, lo llevabas crudo".

Y qué mejor selección natural, pa esta monja, que la muerte.

*En cántabru diferenciamos ente "murir", que es lo que jacin las personas, y "morrer", los animales.

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