lunes, 3 de octubre de 2011

Es lo que mos pasa

- No es que no quiera escribir – dijo Sumire. Y se quedó reflexionando unos instantes-. Es que ni intentándolo siquiera se me ocurre algo. Me siento frente a la mesa y no me viene al pensamiento ni una sola idea, una sola palabra, una sola escena. Ni un retazo. Hasta hace poco tenía muchísimas cosas que contar. Más de las que podía. ¿Qué diablos me ha pasado?

- ¿Me lo preguntas a mí?

Sumire asintió.

Tomé un trago de cerveza fría y ordené mis ideas.

- Tal vez ahora te estés encuadrando a ti misma en una nueva ficción. Y, ocupada como estás en ello, no necesites plasmar tus sentimientos por escrito. Seguro. O quizá no tengas la cabeza para eso.

- No acabo de entenderlo. ¿Y tú? ¿Tú estás dentro de una ficción?

- La mayoría de personas de este mundo se encuadran a sí mismas dentro de una ficción. Y yo también, claro. Piensa en la transmisión de un coche. Pues es como una transmisión que te conecta con la cruda realidad. Que regula la fuerza que viene del exterior a través del engranaje, hace que todo sea más fácil de aceptar. Y así protege tu cuerpo vulnerable. ¿Me entiendes?

Sumire hizo un ligero movimiento afirmativo con la cabeza.

- Más o menos. O sea, que yo no me he adaptado todavía a mi nuevo marco de ficción. ¿Es eso lo que quieres decir?

- El problema más grave es que tú todavía no sabes de qué tipo de ficción se trata. Tampoco conoces el argumento. Y el estilo está aún por decidir. Lo único que sabes es el nombre de la protagonista. A pesar de ello, te acabará transformando de verdad. Dentro de poco, esta nueva ficción va a entrar en funcionamiento para protegerte y tú podrás ver este nuevo mundo. Pero aun es prematuro. Y, como es lógico, ahí está el peligro.

- Es decir, que me he quitado la transmisión y aún tengo que acabar de atornillarme la de recambio. Pero, con todo, el motor sigue funcionando. ¿Es eso?

- Tal vez.

MURAKAMI: Sputnik, mi amor. Ed. Tusquets, Barcelona, 2008, pp. 76 y 77.

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