jueves, 7 de octubre de 2010

Huelga

El gobierno de estos ladrones parapetados tras unas siglas que ya no creo puedan volver a significar nada (bueno) dice que no va a introducir cambios en la última reforma laboral, la que provocó la huelga general. No cabía esperar otra cosa de estos mangantes. Y los sindicatos mayoritarios, que, además, son parte del problema o al menos sus palmeros, tan tranquilos porque ellos ya se justificaron ante la sociedad. Hicieron lo justo para parecer que hacían. No os preocupéis: las subvenciones millonarias vía cursos de "cómo hacer un curriculum en word", que, por cierto, aquí en Cantabria imparte la conocida empresa amiga de Lola Gorostiaga, continuarán llenando las arcas de sus organizaciones y los frigoríficos y garajes de sus casas.

¿Huelga? Sí, pero otro día.

Fui a trabajar por la mañana y por la tarde
en lugar de estar tocando un silbato
en la calle
rodeado de ladrones
con banderas de plástico
donde sólo se leen unas siglas
o.g.t.c.u.c.o.
que ya no son las de nadie.

22 comentarios:

Sibreve dijo...

Bueno, no lo comparto del todo. Yo no soy sindicalista (recuerdo que me dijiste una vez que era demasiado poco gregario) y aun así hice huelga. Y me sentí bien. Me sentí bien a primera hora de la mañana por el privilegio de poder decir a una diputada del ZPSOE lo que pensaba de ellos. Me sentí bien compartiendo el día con amigos. Me sentí bien manifestándome, no a favor de los sindicatos, si no en contra del gobierno. En ningún momento me vi rodeado de ladrones (es más, te puedo asegurar que estaba rodeado, al menos inmediatamente, de personas que dan bastante más de lo que obtienen, porque obtienen 0, al menos en lo material).
Yo creo que aquellos que fuisteís a trabajar distéis una palmadita en la espalda a la manga de sinvergüenzas que nos gobiernan al menos bastante mayor que la que tú supones que yo di a algún sindicato, a ese mismo gobierno que es capaz de devolver al trabajador a condiciones decimonónicas no sólo no comprometiendo sus principios (como dijo nuestro presidente) si no sin turbarse siquiera.
Yo al menos quise salir a la calle (sin pitos, que no soy amigo de estridencias) para decirle a Zapatero que si no se turbaba el 29, que se turbara un poquito más el 30. Vamos, dicho de otra manera, que por mí puede ir a cascársela.
Saludos.

Anónimo dijo...

Comparto lo que dice Sibreve. La manera de hacer que los sindicatos defiendan nuestros intereses es defenderlos nosotros mismos. ¿Paradoja? Puede, pero seguro que me entiendes: hay que empujarlos y decirles: yo estoy contra estos saqueadores del gobierno y patronal aunque mis representantes 'oficiales' sois una panda de aúpa; así que tomad nota. Desde luego, la mayor victoria del gobierno es que la gente como tú pase de moverse: al final, para castigar a los sindicatos, os dais una patada en vuestros propio culos y, de paso, en los de los que sí hicimos huelga. Una pena en equilibrio.

Serrón dijo...

A vuela pluma (como casi todo lo que escribo aquí): tuve la desafortuna de tomar una cerveza hace unos meses con ugetista madrileño. No hacía otra cosa que hablar de "sus bases". Yo no soy base de nadie. No nací para eso. Nadie lo hace. Item más: hace más meses aún fui a ver a otro de la UGT aquí, en Santander, para informarme del modo como postular para un puesto de trabajo interesante. Me dijo que él me lo daba, pero si me afiliaba antes. No me afilié. No nací para firmar mi filiación a nada ni a nadie. No nací para eso. Nadie lo hace. Supongo que esté traumatizado. Item más: las huelgas eran una forma de presión muy potente hace cien años. Hoy son una broma. Es como los pintores malos: a ver quién pinta el bodegón o la naturaleza muerta más bonita. Y cada año sale alguien que hace el bodegón más bonito del mundo o de la historia, según quién lo mire. Las huelgas: a ver quién convoca a más "bases", si se logró convocar a más gente que en no sé qué huelga de los ochenta o de los noventa. Caca de la vaca todo. Es necesario plantear fórmulas de presión acordes a nuestros tiempos. Las huelgas están todas domesticadas. Sirvieron. Ya no sirven. Fueron. Ya no. ¿Queremos hacer algo equivalente a lo que hicieron nuestros abuelos y bisabuelos hace cien años? Propongo: vamos a sacar todo nuestro dinero de los bancos durante un día, un sólo día, todo nuestro dinero, todos. Se cagan patas abajo. Ésa sí que podría ser una medida de presión efectiva. Yo me apunto. ¿Alguien más?

Anónimo dijo...

Pues si todos tenemos las mismas ideas que tú has expresado antes, no. No se apuntará nadie.

Anónimo dijo...

Muy bueno lo tuyo. Eso: vamos a sacar el dinero del banco los que no lo tenemos y a meterlo bajo el colchón. ¿Mejor eso que nacionalizar la banca? Sin duda. Qué listos sois los intelectuales con vuestras barricadas de papel subvencionado. Perfecto individualismo el tuyo: en lugar de mandar a la mierda al ugetista corrupto (o borracho, porque no me creo que te diera trabajo por afiliarte, ¿por qué no hiciste la prueba y llevaste una grabadora oculta?) te unes a los que te darán trabajo de esclavo cuando les convenga. ¿No será que en el fondo ya tienes lo que mereces y deseas? Eres libre, sin duda, más que los tristes que perdimos un día de sueldo. Pero cuidado, que los niveles socioeconómicos conquistados con huelgas como las que tanto admiras (las de hace cien años, las que crees que ya sólo te alcanzan como literatura) pueden desvanecerse a la misma velocidad que el cántabro que tanto lamentas.

Serrón dijo...

Me consta que Botín, el día de la huelga, estaba tan cagado de miedo que no salió del búnker de su palacio suizo hasta el día siguiente.

Serrón dijo...

Mi madre cuando era pequeño me decía: hijo, estudia para sacar un diez y que así te pongan un ocho.

Serrón dijo...

Como no tenía dinero, cuando fui a estudiar a Madrid, a la mejor universidad (pública), porque tenía nota, pasaba tanto frío en invierno que me tapaba con las alfombras. No podía dejar de aprovechar la oportunidad.

Serrón dijo...

Cuando era pequeño tenía un asma que me dejaba K.O cada quince días. Apenas iba a clase. Me enseñó a leer y a escribir mi madre. No podía reír, porque me ahogaba. Vivía en un pueblo, así que las crisis me las comía con patatas. Leía. No paraba de leer.

Serrón dijo...

Me madre me decía: hijo, tú sube, porque cuanto más arriba, más puedes ayudar.

Y en ésas estamos.

Hasta que dure.

Serrón dijo...

Se me olvidó jugar al fútbol porque me compraron unas playeras con crecederas con tan mala suerte que el pie no me creció más y las playeras eran muy duras, así que durante años tuve unas playeras con las que casi no podía ni andar. Y menos jugar al fútbol. De elegir pasé a quedarme de suplente.

Serrón dijo...

Y de suplente sigo.

Anónimo dijo...

Ahora lo entiendo: tu pensamiento está hecho de delirios de fiebre de la miseria que pasaste. Pobre, rural y universitario: triste vida la tuya. Te doy la razón: las huelgas no te merecen.

Serrón dijo...

Dentro de poco inventarán carteles a motor, no tripulados, para que en las huelgas haya algo de movimiento, que no de vida.

Y escribo ésto sólo para no quedarnos en el comentario número 13, que da mala suerte.

Serrón dijo...

Y por cierto, cuando ayer, domingo, escribí los comentarios anteriores, estaba trabajando, y hoy, puente para muchos, cando escribo éste, también.

Y ya van 15.

Anónimo dijo...

Sólo un chiste más: Salud y buena suerte :-).

Anónimo dijo...

Desde la consejería se agradece (tu no puente digo)

Serrón dijo...

Lo malo de los sindicatos mayoritarios es que encauzan el malestar hacia la nada, lo desactivan y dejan en una cuneta, allí, criando amapolas. No son inocentes.

Mariano dijo...

Te recuerdo que esta huelga en concreto fue convocada por muchos más sindicatos que los mayoritarios, razón por la cual no estaría mal que te pararas a pensar en el porqué.
Cada cual puede tener su opinión sobre lo humano y lo divino, incluidos los sindicatos mayoritarios, pero cuando se generaliza se puede caer fácil y funestamente en el error de insultar de modo gratuito a mucha gente (no sé si lo sabes) que no ha robado en su puñetera vida, sino al contrario, y que trabajan con auténtica dedicación y perdiendo mucho en el camino en favor de los derechos de los trabajadores (de todos, y no sólo de los afiliados).
Por ese motivo, una disculpa por tu parte no vendría mal, más que nada por ti y tu buen juicio. Sin embargo, hasta ahora esa disculpa no la he visto aparecer en ninguna de tus manifestaciones. A veces no siempre es obligatorio "sostenella" sin "enmendalla".
Un abrazo.

Serrón dijo...

Los sindicatos, en el mejor de los casos, son asesorías laborales de medio pelo. A cambio de echarte un cable, te tienes que afiliar.
Y en el peor y mayoritario, son válvulas de escape del poder, cortinas de humo, muros de contención, chisteras de mago, escolleras en la riada… no me arrepiento de lo dicho. No son eficaces, al contrario, son parte del problema, y parte importante. Hay que buscar alternativas.
¿Cuánto hace ya que pasó la huelga general? ¿Un mes? ¿Habéis notado algo, alguna mejoría, algún cambio, alguien ha conseguido trabajo gracias a ella? Seguimos todos en casa chupándonos el dedo.

Mariano dijo...

Debo decirte que tu respuesta me ha resultado bastante decepcionante. La verdad es que tus apreciaciones genéricas sobre los sindicatos, a pesar de tu larguísima experiencia como agitador social y defensor de las causas de los humildes, no me interesan demasiado y, además, tampoco eran el objeto de mi comentario inicial. Al fin y al cabo son sólo opiniones más o menos
documentadas y con más o menos rigor. No voy a entrar a calificarlas, aunque podría.
Lo que ya me molesta en grado sumo, y ésta si que era la razón de mi anterior comentario, es tu capacidad para insultar. Deberías mirar con más atención a tu alrededor para saber exactamente en qué lugares y en qué ocasiones te encuentras realmente rodeado de ladrones. A lo mejor llegas a mejores conclusiones espacio-temporales.
Y aparte de esto, no puedo terminar este texto sin advertirte, aunque no te sirva para
nada, de tu acusada tendencia a la generalización, costumbre que, como sabrás, habitualmente se justifica en el desconocimiento: Cuando hablas de que “estamos en casa chupándonos el dedo”, ¿hablas de ti?, ¿hablas de más personas? Porque el caso es que conozco mucha gente que sabe perfectamente que las cosas se consiguen en el trabajo del día a día, y en ello están. No son héroes, pero tampoco teóricos individualistas y divagantes con complejos de clase, entre otros.

Serrón dijo...

No te lo tomes tan a pecho, hombre. Hablo enrabietado perdido. Déjame que generalice desde un blog anónimo que no lee casi nadie. Creo que tengo derecho a ésto y más, si me apuras.

En resumen: no voy a dejar de trabajar cuando me lo diga un tío que cree que estar en la calle tocando un silbato es un acto reivindicativo, ni mucho menos cuando me lo diga el que manda al del silbato, el capo sindicado que considera a los suyos piececitas de un juego que está llevando a muchos al paro, entre ellos prácticamente a todo mi entorno, incluido yo mismo en breve.

Sólo se deja de trabajar para lo importante, no para jueguecitos de mira cuántos somos o cuántos dejamos de ser.

Ni cara A ni cara B. A mí me gustaría escuchar otro disco. Pero no sé cuál. Nadie lo sabe. Salvo los que lo tienen demasiado (o peligrosamente) claro.

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